Comunidad jesuita señala que la muerte de 'El Chueco' no es justicia

El hallazgo del cadáver de quien se presume es José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, no es un punto final ni un acierto, representa una falla del Estado en garantizar la paz, aseguró a esta casa editorial el sacerdote jesuita Javier Ávila.

Agregó que para la comunidad jesuita en Chihuahua, la muerte de este hombre tampoco garantiza la tranquilidad de quienes habitan en la región de la Sierra Tarahumara.

“El Chueco” es señalado como el asesino de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, así como del guía de turistas Pedro Palma y de Paul Berrelleza, habitante de la localidad al norte del país.

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Los crímenes ocurrieron el 20 de junio de 2022 en Cerocahui, municipio de Urique. Desde entonces se inició un operativo de las fuerzas de los tres niveles del Gobierno para lograr su detención. Este miércoles se informó que “El Chueco” habría sido encontrado sin vida en Sinaloa.

“Tras haberlo encontrado sin vida, ellos (los gobiernos) lo único que demuestran es una incapacidad para el sistema de justicia. No fueron capaces en nueve meses de encontrarlo y detenerlo para que se lleve un juicio conforme a derecho”, dijo el padre.

Aseguró que la comunidad jesuita seguirá en la región de la Tarahumara exigiendo justicia, alzando la voz por quienes no pueden y que los gobiernos apliquen las medidas cautelares emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en enero pasado.

Con pruebas científicas y de ADN, la Fiscalía estatal confirmará que el cuerpo de la persona localizada sin vida corresponde a José Noriel Portillo Gil “El Chueco”.

Autoridades esperan los resultados de las pruebas, aunque una de sus hermanas ya lo identificó.