PRESERVANDO SU GRAN PATRIMONIO
Relojero toluquense continúa con la tradición familiar en Las Alacenas desde hace 35 años
Don Alberto recuerda el día que se quedó con el negocio, cuando se ganó el derecho, luego de un año de ser disciplinado, dedicarse al ejercicio y al teatro
(Foto: Alma Ríos, El Gráfico)
TOLUCA. Entre negocios de tortas y dulces típicos, un hombre repara relojes y de esta manera preserva el único patrimonio que le queda: ser alacenista.
Para Alberto Mendoza Tadeo, este trabajo es sagrado, no sólo porque le da de comer, sino porque es una herencia familiar.
“Mi mamá murió, mi hermana también y yo sigo aquí con el negocio que me dejaron”, señala.
DISCIPLINADO
Don Alberto recuerda el día que se quedó con el negocio, cuando se ganó el derecho, luego de un año de ser disciplinado, dedicarse al ejercicio y al teatro.
“Tuve muchas oportunidades de estudiar, pero preferí ser relojero”, recuerda Beto.
De los 115 años que las alacenas tienen de vida en Toluca, en 35 él ha estado presente, desde adentro del puesto no sólo atiende a sus clientes, también observa lo que acontece en la Plaza Fray Andrés de Castro cada día que pasa.
“Varios han perdido ese patrimonio, pero estar aquí es parte de mi vida, ya me acostumbré y por eso lo defiendo”, señaló.