ENTREVISTA

Lucio nació en un hospital reconvertido por Covid-19 del Edomex; ésta es su historia

Adriana, sobreviviente de cáncer, pasó de la dicha a la angustia luego de dar a luz, ante el temor de que ambos se contagiaran del virus

Lucio nació en un hospital reconvertido por Covid-19 del Edomex; ésta es su historia

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 04/06/2020 16:29 Tanya Guerrero Actualizada 16:02
 

Lucio nació el 24 de marzo, un día después de que la Jornada de Sana Distancia comenzara en México y mientras el resto del mundo se aislaba por una enfermedad que hace cuatro meses era desconocida.

La llegada de su primer hijo estaba planeada para el 5 de abril como parto natural, pero la amenaza de aborto que tuvo Adriana, una sobreviviente de cáncer, adelantó dos semanas la fecha. Mientras que el doctor esperaba a que la madre primeriza dilatara, el corazón de Lucio se detuvo en el vientre de ella y ambos ingresaron de emergencia al quirófano. 

Pese al susto, el bebé de 2 kilos 200 gramos abrió los ojos por primera vez en el hospital que sus padres habían planeado, en el Estado de México, pero en una realidad totalmente distinta a la que incluso ellos conocían.

VIERON LOS RIESGOS

“Qué bueno que ya va a nacer, porque esto está a punto de estallar”, cuenta Adriana, recordando las palabras del médico y las medidas de seguridad del hospital. Mientras personas con caretas, cubrebocas y trajes especiales para prevenir el contagio deambulaban por los pasillos, Adriana contaba las horas para dar a luz. 

Se rumoraba que días antes había llegado al Hospital Ángeles Interlomas un paciente portador del coronavirus, aunque nadie se los confirmó, pero una situación tan abrumadora no se podía esconder. Con los minutos llegaron las horas y con ellas los enfermos de Covid-19. La carrera contra el tiempo para sacar a Lucio de un hospital reconvertido para la atención de esta enfermedad comenzó desde el minuto uno de su nacimiento: “No permitieron que mi familia viera al bebé, lo tuvieron que conocer a través de un cristal. Nos tenían muy resguardados. Para verme, los dejaron pasar dos minutos de lejitos y se tuvieron que ir”. 

Un mes antes de que Lucio naciera, Adriana tenía más certezas que dudas. Sabía que su mamá y su hermana se quedarían con ella para ayudarla en esta nueva experiencia. Los padres llevarían a Lucio a la playa y, tan pronto naciera, organizarían una fiesta de bienvenida con toda la familia.

NUEVO MUNDO

Pero llegar al mundo mientras miles de personas parten por una enfermedad impredecible, cambió drásticamente  los planes que los padres tenían para su primer hijo. Ahora, lo importante era mantenerlo a salvo.

“Una doctora me dijo: ‘tu bebé no tiene vacunas, es un recién nacido y tus familiares vienen de la calle. Yo te sugiero que ya no vengan a visitarte. Esto está muy, muy fuerte, esto ya se desató y es una enfermedad que no se va a poder detener’. Sentí horrible. Salí de la habitación llorando y diciéndole a Carlos (su pareja): ‘no puedo, no sé cómo hacerlo’. Entré en pánico, no respiraba bien, tenía taquicardia. Empecé a imaginar qué haría al momento de sacar a mi hijo para que no se fuera a contagiar’”, dice la mujer.

PROHIBIDAS, VISITAS O SALIDAS

Doce horas después de que Lucio nació y mientras los enfermos  de Covid-19 seguían llegando, el doctor les dijo que ya había mucha gente infectada dentro del hospital y que lo mejor era enviarlo a casa lo más pronto posible, sin esperar a que se cumplieran  72 horas necesarias para vacunar al niño. Paradójicamente, sacar a un recién nacido a la calle y sin vacunas, en tiempos de pandemia, era más seguro que mantenerlo dentro de ese hospital. 

Antes de salir, Carlos y Adriana decidieron registrarlo ahí mismo y solicitaron que fuera el personal del Registro Civil de Huixquilucan, Estado de México. La gente del registro tardó horas en llegar: “Nos dijeron que tenían muchas defunciones y que todas, las 100 o 150 de ese día, eran por neumonía atípica”. Cuando escuchó eso, a Adriana se le pusieron los nervios de punta.

PROVEER EN TIEMPOS DE COVID

Para salir del hospital, la pañalera de Lucio cargaba con más desinfectante que mamilas. Decidieron quedarse provisionalmente en la casa de la mamá de Carlos, ubicada en San Juan Teotihuacán. Pensaron que era más seguro resguardarse en un espacio más grande; sin embargo, salir a comprar comida y pañales en donde la gente no cree que existe un virus mortal, requiere más cuidado al realizar las compras.

Además de los cuidados propios que necesita un bebé con dos meses de nacido, Adriana ha extremado las medidas de higiene. Carlos, quien es el encargado de comprar los víveres, no ha tocado a su hijo más de lo imprescindible. Al igual que Adriana, teme contagiarlo. Ella, por su parte, hasta hace tres semanas, no salía ni al jardín.

También hace tres semanas que la familia de Lucio por fin fue a conocerlo. Antes de poder tocarlo, tuvieron que bañarse, se cambiaron de ropa y se desinfectaron dos veces. No lo besaron ni lo abrazaron. Lo acariciaron a través de la ropa: “Cuando se fueron, le quitamos esa ropa, lo bañamos, lo limpiamos con huevo, con ruda, con todo. Y fue cuando pensé: ‘¿así es como vamos a vivir ahora?’”.

Hasta que no haya vacuna, Adriana ha decidido que nadie más puede tocar a Lucio. Piensa en diseñar una caja de acrílico con orificios para meter al bebé cuando ella tenga que regresar a trabajar a su oficina en esta “nueva normalidad”.

“Siento mucho miedo porque es horrible. Me da miedo que yo me pueda infectar, Carlos o mi bebé, que no hay nada que te pueda curar y que esto te mata. Si nos morimos ¿qué va a pasar con Lucio? ¿quién lo va a cuidar?  Hoy vivo pensando qué le espera a mi bebé porque para nosotros el futuro cambió totalmente”.

 

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