vs el acoso

Las enmascaradas del Pole Dance buscan respeto arriba del tubo, en CDMX

En redes sociales, muestran cómo el Pole Dance las hace lucir ‘delicadas y poderosas’

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Al día 28/09/2018 09:25 Redacción Actualizada 20:18
 

Por Filemón Alonso-Miranda

En esta ciudad monstruo donde las calles se han convertido en un ring para las mujeres, La Chicatronics y La Güera Jane se enfrentan a dos de tres caídas sin límite de tiempo a rivales como la Estigmatización, el Acoso y la Ignorancia.

En el cuadrilátero del pole ellas realizan llaves como Dragon Tail, Pajarito, splits, Allegra y otros trucos. Se trepan por los tubos de los señalamientos de tránsito; por las calles se vuelven casi etéreas, caminan como lo hacen las bailarinas de ballet, con las puntas de los pies, como flotando, delicadas y poderosas. Nos observan como los depredadores a sus presas mientras realizan giros y movimientos estéticos.

Sus caretas fueron diseñadas por mascareros profesionales que están por entregarles otra serie con diferentes colores y estilos; todos sabemos acerca del hechizo que nos provocan los gladiadores que protegen su identidad porque la lucha libre forma parte del ADN del imaginario popular en México, quienes asisten a la Arena México o a la Coliseo viven en carne propia una edición de una batalla cósmica entre el bien y el mal. ¿Qué tienen de similar el Pole Dance y el pancracio? Ambos son deporte, espectáculo, teatro, seducción y quienes lo practican requieren de un entrenamiento.

“Todos los días sufrimos el acoso; aunque no somos feministas exigimos respeto hacia las mujeres”, ¿por qué protegen su identidad? Uno, para incorporar su pasión por la lucha libre, y dos, para enfrentarse a enemigos como el acoso, la ignorancia o la estigmatización hacia una práctica considerada como denigrante para las mujeres.

La Chicatronics, biologa de profesión, abandonó los laboratorios ante la falta de oportunidades en un país que no apoya a la ciencia; en el Pole Fitness encontró un camino para buscar otros retos; La Güera Jane, activista de la cannabis, se hartó de trabajar más de 12 horas diarias en un despacho de contaduría y tras ser despedida y creer que todo se había acabado a sus 30 años ahora se ve contenta así misma.

Ambas se conocieron en este deporte y desde hace cinco meses abrieron una cuenta de Instagram (@enmascaradasdelpole) para promover su trabajo de entrenadoras profesionales con certificación internacional y para difundir su “pasión por la lucha libre y el pole dance, ya que en estos años nos hemos dado cuenta de que hay mucho tabú al respecto; cuando decimos a lo que nos dedicamos nos responden: “Hazme un bailecito” y eso no es. Nosotros demostramos que esto va más allá de lo que se cree”.

Tras el sismo de 1985, el padre de La Chicatronics realizaba funciones de lucha libre en barrios dañados por el terremoto en el centro y oriente de la ciudad de México; ese fue el primer contacto que tuvo de niña: veía cómo los gladiadores entretenían a los damnificados con sus patadas voladoras, quebradoras y llaveos entre los aplausos y chiflidos del respetable público que olvidaba por un momento la tragedia. Y para La Güera Jane, quizá como para la mayoría, el pancracio entró por la televisión los fines de semana en la sala de su casa. El contagio fue inmediato viendo las peleas del Rayo de Jalisco, Atlantis, Mil Máscaras y los hijos de Santo y Blue Demon.

(Fotos: Filemón Alonso-Miranda)

La percepción de hombres y mujeres cada vez se ha transformado en algo positivo; hay cada vez más alumnas que las buscan para que las entrenen; “desde la primera clase se dan cuenta de que no es sólo un bailecito; que esto requiere entrenamiento, disciplina, constancia y que trae beneficios a la salud y al cuerpo. Algunas ya no vuelven”.

El el ring del pole ellas son las luchadoras técnicas, pero también son muy rudas; a sus rivales, que están en la otra esquina del cuadrilátero, les mandan este mensaje: “Somos deportistas que todos los días luchamos como cualquier otra persona, nos la partimos mucho más que otras. Es por eso que ¡¡tenemos más ovarios que los individuos que nos chiflan en la calle!!”.

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