Listos para su venta
La historia de Eduardo y Flor, los guardianes mexiquenses de los árboles de navidad
El sueño comenzó en 1999 en el Rancho “Doña Rosa”, donde pusieron manos en la tierra para luchar contra las inclemencias climáticas y no sólo tener de qué vivir, sino ayudar a mejorar el ambiente
Archivo: El Gráfico
TENANGO.— Hace 20 años, don Lalo y su esposa Flor soñaron con sembrar, cuidar y vender árboles de Navidad, con poner su granito de arena en contra de la tala clandestina, y hoy se refleja en su pequeño rancho “Doña Flor”, ubicado en el ejido San Pedro Zictepec.
A sus 74 años, don Lalo camina por su pedacito de paraíso invernal, al que le dedica sus días enteros para controlar la plagas y ver crecer sus árboles (oyameles, aycahiute y Pseudosuga) en cuatro hectáreas. A cada árbol le invierte entre cinco y 13 años.
“Paciencia y dedicación es lo que necesita una plantación. Uno nunca termina de aprender de los árboles, todo el tiempo hay que saber qué es lo que tiene, qué le pasa, estar todo el tiempo en el trabajo”.
El sueño comenzó en 1999 en el Rancho “Doña Rosa”, donde pusieron manos en la tierra para luchar contra las inclemencias climáticas y no sólo tener de qué vivir, sino ayudar a mejorar el ambiente y ofrecer una opción legal para quienes buscan cada fin de año que sus casas estén adornadas.
“A estas alturas, agradezco la paciencia que tuvieron para convencerme de plantar árboles de Navidad en esta zona”, cuenta.
Hoy camina lento, pero a paso firme, con la energía de un joven, y pide a los consumidores que compren los productos naturales, pues lejos de causar deforestación, como se cree, contribuyen a que haya siempre árboles, pues por cada uno que se corta, se plantan dos.
El Estado de México es el primer lugar en la producción de árboles de Navidad en el país, pues cuenta con cerca de 600 plantaciones y poco más de 12 millones de ejemplares.
