En la Nápoles y Condesa

Gasta su suela para reparar zapatos a domicilio, en la CDMX

Rigoberto es un fanático de su trabajo, asegura que el calor y las largas caminatas no son obstáculo para salir adelante y hacer bien su trabajo.

Gasta su suela para reparar zapatos a domicilio, en la CDMX

Foto: Tristan Velázquez

Al día 21/09/2020 09:10 Tristan Velázquez Actualizada 09:10
 

Rodrigo, un niño de cinco años de edad, es el motor motor de su padre, Rigoberto, un reparador de zapatos que recorre a pie las calles de la Ciudad de México en busca de trabajo.

Hace poco, ambos se hicieron populares en redes sociales luego de un video en el que se observa al pequeño Rodrigo leyendo una lona que su padre adaptó a un carrito de helados, el cual funciona para llevar sus materiales necesarios y herramientas de reparación, así como un cajón de bolero. “Se repara calzado, tapas, suelas, corridas, tacones y medias suelas”.

Rigoberto, jamás imaginó que ese video de su hijo se volvería viral.

“Cuando vi el video el cuerpo se me erizó, sentí muy bonito porque ahora que no anda conmigo, pues sí me da el bajón, me da para abajo”, expresó.

Agregó el zapatero que la razón principal de que el niño ya no lo acompañe en sus recorridos es porque se queda en casa a tomar sus clases en línea.

El menor cursa el tercer grado de kínder, sin embargo, no pierde el gusto de ir con su padre, con quien ha estado desde los dos años apoyándolo en el negocio; en la colonia Condesa y Nápoles son conocidos como “el señor con el niño”.

Incluso, el pequeño tiene un ‘cajoncito’ con el que aprendió a bolear y a ejercer el oficio.

“Sí, a mi ya me conocían y cuando lo empezaron a ver con su cajoncito nos empezaron a conocer más...se arreglaaaaan zapatos, tapas, tacones, así se la pasa gritando, es como mi voceador”, dijo. 

La humildad bajo su piel tatuada abunda, el conocimiento, la pasión y la dedicación por su trabajo son notables, a tal grado que, aunque la situación es complicada, no deja de tirarles una esquina a los valedores.

“Sí, yo apenas vine a aprender, es algo nuevo para mi, pero me dio chance de ayudarle y pues a darle, no hay de otra”, dijo, Julio César,

Antes del confinamiento por la pandemia, la demanda de trabajo para Rigo era mayor, pero, mes y medio pasó y el dinero escaseaba, fue por ello que decidió tomar su carrito y un cajón para tocar de puerta en puerta y brindar un servicio de reparación a domicilio.

“Las boleadas las cobro a 25 pesos, la reparación de zapatos, ya sea de hombre o mujer, por muy caro, las cobro en 80 pesos, ahora con la pandemia la gente me aventaba desde sus casas unas bolsas con los pares y ya se los reparaba”, comentó.

Otra de las razones por las que él decidió tener su negocio en estas zonas de la capital es porque, como dice, “aquí está el pan”.

“Yo vivo en la colonia Lomas de Chamontoya, en la Álvaro Obregón, pero he estado casi treinta años por acá, a mi me enseñó un amigo que está en la Nápoles y pues sí, sí hay más dinero”.

Hace unos años, Rigoberto fue retirado de las calles por las autoridades de las alcaldías Cuauhtémoc y Benito Juárez, teme a que su única fuente de ingresos quede arrumbada e inservible en algún lugar.

“Me quitaron, yo tenía otro carro con una máquina y luz, una vez llegaron y me dijeron que tenía que quitarme de la vía o se lo iban a llevar, por eso mejor decidí moverme”

Él no descarta hacer las cosas por “la derecha”, piensa que tener un lugar fijo y bien establecido pueda traer consigo mejores ganancias, sin embargo, “todo es lana y pues yo la neta no tengo”.

Pese a las altas y bajas que lo acompañan, Rigoberto es un fanático de su trabajo, asegura que el calor y las largas caminatas no son obstáculo para salir adelante y hacer bien su trabajo.

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