DENTRO DE LA ESCUELA RAÚL ISIDRO BURGOS
Estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa han resistido la represión
Desde aquel 26 de septiembre de 2014, padecieron para juntar la matrícula de alumnos
(Foto: Salvador Cisneros, El Gráfico)
Estudiar en la Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa es sinónimo de resistencia. Resistir a La Caverna, esos cuartos húmedos, oscuros, con chinches, donde viven amontonados cinco, seis pelones —como les dicen a los de nuevo ingreso—. A la mala alimentación, a la falta de infraestructura adecuada, a la falta de apoyo gubernamental, a las largas ausencias de casa. Resistir a la represión. Sobre todo a la represión que a Ayotzinapa le ha costado muchas vidas.
En la última década, los jóvenes de Ayotzinapa han sido reprimidos de muchas formas, pero la noche de Iguala ha tenido un mayor impacto en la sus aulas; por ejemplo, en los tres primeros años después de lo ocurrido, se dificultó completar la matrícula.
MISIÓN
Ayotzinapa es distinta a casi todas las normales. En la puerta, un letrero recibe a los visitantes: “Ayotzinapa, la cuna de la lucha social”. Acá los días transcurren cumpliendo cinco ejes fundamentales: el académico, el político, el cultural, el deportivo y el productivo.
Hay temporadas en que las clases se suspenden y los estudiantes se convierten en luchadores sociales, salen a las calles a marchar, como ayer , para exigir justicia por sus compañeros asesinados o desaparecidos.