PARA REACTIVASR SU ECONOMÍA

Artesana otomí disfraza de Catrina a muñecas 'Lele', por el Día de Muertos en Edomex

Hoy, la técnica ha cambiado, todo va relleno con algodón, son cosidas 80% a mano y los detalles son cuidados “como si fueran para mí”, cuenta Margarita

Artesana otomí disfraza de Catrina a muñecas 'Lele', por el Día de Muertos en Edomex

(Foto: Archivo El Gráfico)

Al día 19/10/2020 15:35 Claudia González Actualizada 15:36
 

Toluca, Estado de México.–Margarita Macías Hernández, otomí originaria de Santiago Mexquititlán, elabora y vende las muñecas Lele —como se llaman en otomí—, que son de trapo. Tiene un diseño adaptado para Día de Muertos y si bien no tiene un negocio comercial para ofrecer su producto, dijo que las vende en línea y apela a la publicidad de boca en boca para seguir sosteniéndose de esta actividad, que le ha permitido alimentar a su hijo.

En sus lienzos, la artesana ha logrado plasmar una gama de cuerpos y rostros de las conocidas como muñecas Marías, a las que cose a mano trenzas, el sombrero, los moños o el tocado, para después bordarle los ojos y bigotes, caracterizados para el Día de Muertos. 

Con sólo una máquina de coser y una recámara de su casa, acondicionada como taller, la señora Margarita busca colocarse en el gusto del público, especialmente durante la pandemia, pues dice, significará un respiro para su economía, ya que las ventas fueron “totalmente canceladas” en los meses pasados.

Margarita aprendió de su mamá a coser las muñecas, porque es la única de sus hermanas que no pudo estudiar; por lo tanto, le enseñó un oficio que tiene como origen la pobreza, platicó. 

“En la comunidad no tenían dinero para comprar muñecos, entonces con lienzos les amarraban la cabeza rellena de cualquier material, hasta pasto o flores y con otros dobleces les marcamos los brazos”. 

Hoy, la técnica ha cambiado, todo va relleno con algodón, son cosidas 80% a mano y los detalles son cuidados “como si fueran para mí”, cuenta Margarita. 

Usan listón, estambre, lentejuelas, telas delicadas para vestir al catrín y la catrina. 

“A mí me tocaba moler maíz, nixtamal. Mis papás vendían semillas, sobre todo, pero a mí me tocó aprender el oficio y no ir a la escuela. Ahora nos da satisfacción que la gente ya no nos mira como si fuéramos indias ignorantes, sino personas que sabemos hacer artesanías que son valiosas y que nos dan arraigo”, aseguró. 

Las catrinas, que tienen diversos diseños desde la novia hasta la revolucionaria, tienen precios de 100 a 400 pesos, dependiendo del tamaño, la vestimenta y los detalles. Las más baratas son llaveros de $35.

satisfacción. Para Margarita, este trabajo es motivo de satisfacción, pues con el paso del tiempo no pudo vender más semillas, ni chiles secos, las arpillas a las que también daba forma y color, dejaron de ser atractivas, pero las muñecas de trapo sobrevivieron.

La artesana reconoció que si bien no vendió mucho durante la pandemia, asiste a todas las ferias artesanales y culturales donde la invitan.

“Me gusta mi trabajo y le pongo todo el amor, porque aparte de ser un sustento, es una expresión de mi cultura otomí que no quiero perder”. 

 

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