en Jojutla

Sobreviviente del sismo pasó del dolor a la felicidad

Sabe de fortunas desde el momento en que sus compañeros de trabajo retiraron las rocas que cayeron sobre su cuerpo

(Foto: Yara Silva, El Gráfico)

Al día 27/09/2017 09:12 Yara Silva Actualizada 12:25
 

Edgardo aún siente que la tierra se mueve. Reconoce el crujir de un edificio y el temor a morir sepultado. Sabe lo que es el dolor de una pierna destrozada y la felicidad de ver luz al ser rescatado, en Jojutla, Morelos.

Él es un sobreviviente del sismo del 19 de septiembre y dice que es afortunado de ocupar una de las camas del Hospital Rubén Leñero.

Sabe de fortunas desde el momento en que sus compañeros de trabajo retiraron las rocas que cayeron sobre su cuerpo.

No le importa que esas grandes losas que lo mantuvieron atrapado, también le destrozaron una pierna y amputaron la mitad de un pie.

Esas incisiones en su cuerpo, el dolor de las heridas, las suturas en su piel, le hacen recordar que está vivo.

Edgardo hoy es un cuadro de emociones. Sonríe al decir que fue rescatado por sus vecinos, compañeros de trabajo y desconocidos que hicieron de brigadistas en el pueblo de Jojutla, Morelos.

Pero llora al saberse vivo, tras ver que el techo y la fachada del edificio de gobierno en donde trabajaba, se derrumbaron sobre su cuerpo.

Dice que “así lo decidió Dios”. Que fue voluntad de Dios el haberse retrasado a la cita que tenía a la 1:00 tarde en la comunidad de Ticumán.

La tardanza hizo que él permaneciera 14 minutos más en las oficinas de la Comisión del Agua. Al disponerse a salir, la tierra sacudió.

El ruido lo atormentaba. Lo agobiaba pensar en que sus dos hijos o su esposa, también pudieran estar atrapados entre las rocas. Pero el dolor lo ignoraba. No se podía dejar vencer por esa sensación de estar paralizado con una pierna prensada por una losa.

No fueron días, pero sí horas las que estuvo atrapado entre los escombros.

Hoy agradece a los vecinos de la comunidad, que trabajaron durante horas para retirar las rocas de su cuerpo. También se alegra por la doctora que lo atendió en un hospital de Morelos y que decidió que Edgardo debía ser trasladado en un helicóptero para así salvarle la vida.

Hoy sonríe para la foto porque “no hay nada por qué deprimirse”.

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