En la Ciudad de México
Con misa y globos despiden a menores fallecidos en temblor
En memoria de los niños fallecidos, padres, estudiantes y maestros levantaron la mano con el puño cerrado
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Por David Fuentes
Padres, maestros, alumnos y amigos de los pequeños que murieron en el Colegio Rébsamen celebraron una misa en su honor en la parroquia Del Carmen y San José, ubicada a una calle de donde ocurrió la tragedia.
Ante los deudos vestidos de blanco, el párroco pidió fuerza y aplausos para los miles de héroes anónimos que apoyaron en las zonas de desastre.
Solicitó también comprensión a los padres: “En ocasiones, no entendemos las cosas, no comprendemos cómo se arrebata la vida de angelitos que apenas empiezan a vivir, para todo este dolor que están sufriendo las familias, te pedimos señor”, comentó.
En memoria de los niños y de todos los rescatistas, los padres de familia levantaron la mano con el puño cerrado, señal de silencio, imagen que le ha dado la vuelta al mundo. Después de un minuto, los brazos bajaron y comenzaron los aplausos.
MENSAJE DE ALIENTO
“No imagino lo que están sufriendo los padres en este momento, nadie puede imaginar su dolor. Lo único que les dije y que les deseo es su pronta resignación, más no se puede hacer por ellos”, comentó Carmen Vela, vecina de la escuela que acudió a darle el último adiós de los niños del Rébsamen.
Compañeros de salón de las víctimas aún no daban crédito a la tragedia. Algunos les llevaron ofrendas y textos escritos por ellos.
“Mi amiga Angélica murió ahí aplastada, le traje una carta donde le digo lo mucho que la quería”, comenta entre lágrimas Rogelio, quien cursaba el quinto grado de primaria.
Después de la misa, llegó el último adiós. Los padres se reunieron a mitad del jardín y soltaron globos blancos; mientras éstos se elevaban, las lágrimas caían y se escuchaban las palabras de despedida hacia los niños.
“Hasta siempre, mi amor; siempre vas a estar aquí con nosotros, siempre te vamos a amar”, gritó desconsolada la madre de Karen, para después desvanecerse en los brazos de su esposo.