Desde 2019, el gobierno mexicano tenía conocimiento de que el tramo de la Línea Z del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec donde ocurrió el descarrilamiento que dejó 13 personas muertas y 98 heridas presentaba condiciones técnicas complejas, debido a sus elevadas pendientes, curvas pronunciadas y a la orografía montañosa de la zona, factores que afectaban la alineación y seguridad de la vía.
De acuerdo con auditorías de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la empresa estatal Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) inició la rehabilitación del tramo Mogoñé–La Mata sin contar con estudios concluidos ni una planeación adecuada. El primer contrato, otorgado en 2019 a la empresa Daniferrotools, fue firmado con premura como parte del arranque del Corredor Interoceánico, uno de los proyectos prioritarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y posteriormente fue rescindido tras detectarse deficiencias.
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Un segundo contrato para la rehabilitación del mismo tramo, asignado a un consorcio de constructoras por 284 millones de pesos, también acumuló observaciones. En auditorías correspondientes a los ejercicios fiscales de 2021 y 2023, la ASF detectó posibles daños a la Hacienda pública por inconsistencias en el reporte del uso de maquinaria y en conceptos no previstos para el armado de la vía, irregularidades que no quedaron plenamente aclaradas.
El pasado 28 de diciembre, la Secretaría de Marina —a la que el gobierno federal encomendó la ejecución y supervisión del proyecto ferroviario— confirmó el descarrilamiento de la locomotora principal a la altura del kilómetro 230+200, dentro del tramo rehabilitado entre Mogoñé Viejo y La Mata, en Oaxaca. Sin embargo, la información pública disponible no permite determinar si las irregularidades detectadas en los primeros contratos fueron corregidas ni si guardan relación directa con el accidente.
Según las auditorías, la rehabilitación de la Línea Z tenía como objetivo corregir curvaturas y pendientes para incrementar la seguridad operativa, reducir los tiempos de recorrido y permitir el transporte de mayores volúmenes de carga entre los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz, y Salina Cruz, Oaxaca, como parte del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, un proyecto que está concebido no sólo como transporte regional, sino como una plataforma logística para el comercio internacional.