Por: ZORAYDA GALLEGOS
La violencia de género dentro de las fuerzas armadas mexicanas es una realidad silenciada. Cientos de mujeres militares han denunciado acoso, abuso sexual y violaciones dentro de instalaciones del Ejército, bajo la tutela de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sin que exista una respuesta efectiva por parte de la institución.
Una revisión de más de 50 quejas formales, 20 denuncias penales y múltiples testimonios revela un patrón de agresiones, impunidad y uso de poder jerárquico para someter a las víctimas.
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Testimonios de víctimas revelan que, en cuarteles y centros de adiestramiento:
Casi todos estos casos quedaron impunes o con sanciones mínimas.
En 2018, Naybeth Arzate, soldado peluquera con apenas 18 años, fue violada por el mayor Carmelo Patiño Nájera en Chihuahua. Aunque denunció la agresión, su jefe inmediato le impidió ir al servicio médico y la amenazó con represalias si hablaba. A cambio de su silencio, le ofrecieron castigar al agresor con un arresto temporal.
Además de las agresiones sexuales, muchas soldados han sido utilizadas como acompañantes o personal de servicio en actividades sociales y fiestas privadas de mandos, bajo el pretexto de la disciplina y obediencia militar.
Una soldado denunció que fue drogada en una fiesta organizada por oficiales en Tamaulipas. Despertó semidesnuda en una habitación diferente, sin recordar lo ocurrido.
Para este reportaje se solicitó la postura oficial de la Secretaría de la Defensa Nacional y los militares señalados. No hubo respuesta.