En México, miles de madres viven agotadas, invisibilizadas y sin acceso a cuidados básicos de salud mental.
Ser madre no debería significar renunciar a ti misma.
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Las mujeres mexicanas asumen múltiples roles: cuidadoras, trabajadoras, educadoras y gestoras del hogar. Pero en el camino, muchas se olvidan de sí mismas.
No es normal vivir sin energía, ni sentirse sola o invisible. Aunque pocas lo dicen, muchas madres atraviesan ansiedad o depresión en silencio.
Según el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI):
Entre 9% y 14% de las mujeres mexicanas sufren depresión durante el embarazo.
Entre 6.6% y 24.6% en el posparto.
El 75% de los casos no se diagnostican ni se tratan.
Según el INEGI, las mujeres dedican 28.8 horas semanales a tareas del hogar, el doble que los hombres (11.9).
Pocas tienen acceso a guarderías, abuelas disponibles o parejas involucradas.
El 37.3% de los hogares están encabezados por mujeres, muchas como único sustento.
Comentarios como “va a faltar por los hijos” aún persisten en entrevistas o promociones.
Se exige ser madre ejemplar y profesional intachable. Esa doble expectativa genera un estrés brutal.
Dormir, alimentarse bien, hacer ejercicio y cuidar tu salud emocional no es egoísmo: es necesario.
El 75% de las madres con depresión posparto no reciben ayuda, y eso puede agravarse.
Recordemos que una madre saludable también merece cuidado.
Porque mamá también es mujer, hija, persona.
Mamá, estás primero.