Para ti, como consumidor de la Ciudad de México, la mejor opción es acudir a alguna de las plantaciones forestales comerciales que desde este miércoles 20 de noviembre están listas para recibir a las familias chilangas entusiasmadas en fomentar el comercio local que no contamina con traslados desde miles de kilómetros, que ayuda a sus paisanos chilangos en su forma legal de subsistir, y que obtiene un árbol vivo que refrescará su hogar con su verdor, libre de plagas y bichos de otros lares.
Viajar a estos plantíos dentro del territorio chilango es una extraordinaria oportunidad para hacer un día de campo con tu familia, comer algo rico con olor a leña, y disfrutar de un “cambio de aires” que sin duda disfrutarán todos.
Acudir a una de estas plantaciones a cortar el arbolito perfecto para tu hogar o negocio, a tu gusto y presupuesto, también es una buena noticia para la Ciudad de México, ya que mantener con vida estos lugares evita que la mancha urbana avance aniquilando las zonas cada vez más reducidas de bosques.
Esto implica asegurar la permanencia de los pulmones purificadores de aire de la capital, y garantiza la recarga permanente de los acuíferos, principal fuente de agua en la CDMX.
Comprar un arbolito en plantaciones forestales comerciales de Tlalpan, Milpa Alta o Magdalena Contreras es la opción con la que gana el medio ambiente, porque se evita la erosión de los suelos cansados por la histórica siembra y cosecha de maíz, chile, haba y frijol, dándole sustentabilidad a los suelos de conservación de la Ciudad de México.
“Las plantaciones forestales comerciales son una alternativa productiva que contribuye a conservar el medio ambiente, además de ayudar a contener el crecimiento de la mancha urbana y generar empleos para los habitantes de ejidos y comunidades de la Ciudad de México”, difundió ayer la Comisión Nacional Forestal en un comunicado.
Cerca de 30,000 árboles de Navidad naturales están disponibles en la capital del país para ser escogidos, cortados y disfrutados por las familias chilangas.
La elección entre un árbol natural o uno artificial no es poca cosa. Se trata de una decisión que impacta en lo ecológico, en la economía local y tiene que ver con la responsabilidad medioambiental.
Un dato revelador: un árbol de plástico importado desde China genera aproximadamente 40 kilogramos de emisiones de carbono durante su trayecto marítimo y terrestre hacia México. Este volumen equivale a recorrer 240 kilómetros en automóvil, una distancia que va de la Ciudad de México a Guadalajara. En contraste, un árbol natural de vivero nacional produce una huella de carbono casi nula.
Los viveros mexicanos no solo producen árboles, sino que construyen un modelo de economía circular. Cada árbol sembrado representa un compromiso con la reforestación, captura de carbono y generación de empleos rurales.
La biodegradabilidad del árbol natural marca otra diferencia sustancial. Mientras un árbol de plástico puede permanecer hasta 500 años en un vertedero, un ejemplar natural se descompone en meses, convirtiéndose en nutrientes para la tierra. Los municipios con programas de reciclaje de árboles navideños demuestran que el fin de ciclo puede ser tan importante como su origen.
Para los consumidores conscientes, la recomendación es una: prefiera viveros cercanos, verifique certificaciones y planee el destino final del árbol. La Navidad puede ser un momento de celebración que trasciende lo festivo para convertirse en un acto de responsabilidad ambiental.