En un comunicado, la Secretaría de Cultura local recordó que el proceso de elaboración del pulque es un testimonio vivo de conocimientos ancestrales transmitidos de generación en generación, que comienza con la capa o partida del maguey, seguida por un cuidadoso proceso de reposo y limpieza.
El paso crucial es el raspado para extraer el aguamiel, que posteriormente fermenta en recipientes especiales dentro de espacios conocidos como tinacales.
En esta tradición, cada participante tiene un rol específico y un nombre que honra su labor:
- El tlachiquero o tlachiquera: maestro en el raspado del maguey
- El valedor o valedora: aprendiz del oficio
- El mayordomo del tinacal: especialista en la fermentación
- El pulquero o pulquera: responsable de la producción, distribución y venta
Foto: (Especiales)
Actualmente, esta práctica ancestral se mantiene viva en 24 pueblos distribuidos en nueve alcaldías de la Ciudad de México, desde San Bartolo Ameyalco en Álvaro Obregón hasta San Francisco Tlalnepantla en Xochimilco. En estos lugares, las comunidades preservan no solo la técnica de elaboración, sino también los rituales que conectan la espiritualidad con la naturaleza.
El decreto de protección abarca tanto el proceso de elaboración como las herramientas tradicionales utilizadas: el cuchillo, el partidor, el castrador, la jícara, el tinacal y el acocote. Esta declaratoria representa un paso crucial para salvaguardar no solo la bebida en sí, sino todo el patrimonio cultural que la rodea, incluyendo los conocimientos, prácticas y comunidades que han mantenido viva esta tradición milenaria.