“¡Justicia!” fue el grito que siguió a la lista de nombres de quienes han sido víctimas de la violencia de género. Entre los nombres mencionados también estuvo el del magistrade Ociel Baena, asesinado en noviembre de 2023.
A la par, frente al Congreso de la Ciudad de México, en Donceles y Allende, otro grupo exigió que se legislen los transfeminicidios, y como parte de la protesta realizaron algunas pintas y colgaron una especie de tendedero con sus demandas.
Foto: (YARETZI OSNAYA. EL GRÁFICO)
La Marcha del Orgullo también fue de fiesta y convocó no solo a quienes forman parte de la comunidad sino a familias enteras, que mostraron el amor por sus familiares gays, lesbianas y trans.
La lluvia de los últimos días dio una tregua, y el calor que se dejó sentir desde las primeras horas del sábado se mantuvo entre las miles de personas que acudieron al primer cuadro de la capital en busca de fiesta, y del alcohol que, pese al llamado de las autoridades, se vendió sin medida en Reforma y calles aledañas.
Los carros alegóricos que desplegaron sobre el Paseo de la Reforma llevaban música, baile e incluso permitían subir a algunas personas.
Las personas que se dieron oportunidad de arribar al primer cuadro, portaron banderas, pancartas, sombreros, collares, que los hacía diferenciarse, porque eso es lo que buscaba, diferenciarse del resto de la sociedad.
Una sociedad que cree tener un mismo género, una sociedad que da pasos cortos para el entendimiento entre los grupos, una sociedad que entre las cúpulas, entre los equipos, termina por disminuirse frente a la algarabía que el sábado derrocharon.
Durante la marcha, las personas caminaban de arriba hacia abajo sobre el Paseo de la Reforma. Parecían un poema de Eros Alesi: “Tenía 14 años cuando la carne de mi ser se volvió hueso caliente. Tenía 14 años cuando la carne de mi gusano se volvió rojo-vivo”.
Caminaron, bebieron, las banderas del orgullo vueltas al cielo, tal vez, un lugar en donde todos sea plenos.
Con información de Alelhí Salgado