Sus hijos siguen desamparados y sin atención

Busca seguro de viuda por no recibir apoyo

Adriana lleva un año sin recibir el apoyo, luego que su marido, que fuera policía de Naucalpan, murió en acción

Foto: Rebeca Jiménez, El Gráfico

Foto: Rebeca Jiménez, El Gráfico

Al día 20/03/2017 16:12 Redacción Actualizada 16:15
 

Llevo casi un año tocando puertas, pidiendo el seguro de vida por la muerte de mi esposo, señaló Adriana Aguilar Salazar, viuda de Victoriano Osornio Paulín, quien fue acribillado a bordo de una patrulla municipal el 24 de abril de 2016, y fue despedido con honores en la comandancia municipal de Naucalpan, tras 23 años de servicio.

Victoriano recibió impactos de bala en el rostro, relató Adriana, quien también es policía municipal. El agente dejó dos menores huérfanos, una niña de 12 años y un niño de 11, “cuando Victoriano falleció me dijeron que recibiríamos todo el apoyo, que mis hijos no quedarían desamparados, e incluso la esposa del alcalde, Liliana Carbajal, afirmó que el menor que necesita terapias de lenguaje, recibiría una beca, lo cual no ocurrió”, lamentó Adriana.

Directivos de la policía municipal aseguraron que su muerte no quedaría impune; pero a la fecha, no se sabe de la detención de los responsables del homicidio.

 “Me las veo duras, porque los $3 mil 300 de mi salario, no me alcanzan para mantener a mis hijos, que no tienen ni zapatos para ir a la escuela”, explicó.

“En el ISSEMyM, cuando falleció mi esposo, les negaron atención médica a mis hijos, ahí también me traen como limosnera para recibir pensión de viuda”, se quejó Adriana.

“Hay muchos compañeros caídos, lamentablemente no soy la única viuda, ni la única que está viviendo esta encrucijada, llevo casi un año pidiendo hablar con el presidente municipal Edgar Olvera”, afirmó la mujer, al salir de la alcaldía.

Tampoco el comisario ni el tesorero, ni Atención Ciudadana, responden a la petición del pago del seguro de vida, “no estoy pidiendo limosna, estoy pidiendo algo que le corresponde a mis hijos y a mí. Mi hija llora mucho, cuando me voy a trabajar, me dice: ‘no quiero que te pase lo mismo que a mi papá’; yo pensé en darme de baja, pero ¿de qué viviríamos?”, se pregunta Adriana, quien trabaja con el equipo que en su totalidad le compró su esposo, uniforme, pantalón, botas e incluso, la cubierta del chaleco antibalas que ya está caduco.

Con información de Rebeca Jiménez.

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