MILES VEN MORIR A JESÚS

Acuden 800 mil personas a la Pasión de Cristo en Iztapalapa

Eder Omar demostró su tenacidad y entrenamiento y consiguió cumplir con los horarios programados

Foto: Archivo El Gráfico

Foto: Archivo El Gráfico

Al día 15/04/2017 11:00 Redacción Actualizada 11:02
 

Con información de Eduardo Hernández y Sandra Hernández

La crucifixión de Jesús de Iztapalapa este año se guió con el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, pues fue pronto y expedito; comparado con la representación de la Semana Santa en la demarcación del 2016, esta vez los tiempos se cumplieron al pie del programa.

En punto de las 11:30 horas comenzaron las primeras escenificaciones de la biblia y al grito de “vayamos por ese traidor”, los actores caminaron de la Macro Plaza Cuitláhuac hacía la casa de los ensayos, donde Jesús estaba prisionero y además expuesto para que cientos de personas lo pudieran ver antes de ser crucificado.

Antes de que comenzara el Viernes Santo, romanos y nazarenos convivían, tomaban refresco; se resguardaban del calor sentados en algunas banquetas. 

Al ver que Jesús salía de la Casa de los Ensayos, la gente comenzó a reunirse en la Macro Plaza; sin embargo, no era el mismo número que el año pasado, pues en 2016 la Plaza estaba llena de cruces de madera y era imposible pasar por ahí, esta vez no hubo congestión.

Dione Anguiano informó que ayer acudieron cerca de 850 mil personas. La gente observaba atenta la presentación de Jesús ante Pilato y Herodes, pero se emocionó cuando comenzaron los azotes al hijo de dios, quien es interpretado por Eder Omar Arreola Ortega.

“Más duro” y “ya déjenlo”, eran algunos de los gritos de los espectadores. El viacrucis comenzó a las 14:15 horas, y el entrenamiento de Eder Omar se vio reflejado debido a que llegó al predio de las tres cruces para ser crucificado en el tiempo exacto como estaba programado. 

Las caídas no tuvieron ningún contratiempo, fueron las siete que se realizan tradicionalmente en Iztapalapa.

Acompañando a los personajes, miles de personas vestidas como nazarenos subían al Cerro de la Estrella, algunos descalzos y ya con heridas en los pies, otros con rozaduras en los hombros por cargar tanto tiempo la cruz de madera, otros con heridas en el rostro al usar corona de espinas y algunos más molestos por el calor que se registró.

Al terminar la crucifixión, la gente comenzó a dispersarse, algunos más se propusieron acudir a la sepultura, mientras que otros se dijeron hartos para seguir con el evento, “ya vámonos, ya no aguanto”, decía una mujer a sus hijos, quienes caminaron todo el viacrucis.

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