VIAJARON DESDE PACHUCA

La Guadalupana escuchó sus plegarias

La familia Esparza Retana no falta a la cita en el Cerro del Tepeyac para agradecer porque su hijo sanó milagrosamente

Foto: Iván Stephens. El Gráfico

Foto: Iván Stephens. El Gráfico

Al día 13/12/2016 16:00 Redacción Actualizada 16:07
 

Por David Fuentes

Los integrantes de la familia Esparza Retana han sido guadalupanos siempre. Aunque fieles y devotos, nunca le pidieron nada a la Virgen Morena hasta apenas hace tres años cuando a Sebastián, el menor de los nietos, le fue detectado una agresiva leucemia que lo mantuvo al borde de la muerte.

Los doctores le dieron sólo un mes de vida, lo desahuciaron a los tres meses de edad. Como último recurso, se lo ofrecieron a la Virgen de Guadalupe y a San Juan Diego, pues ya no había nada que hacer, según los médicos. Al día siguiente, cuenta Margarita, su madre, milagrosamente el niño sanó.

“Se lo debemos a la Virgen y a Juan Diego, le dieron vida otra vez; se lo trajimos un domingo a la Virgen, yo se lo ofrecí a Juan Diego y nos hizo el milagro, los médicos dicen que no saben cómo se curó tan rápido, por eso los adoramos", cuenta la mujer, quien no puede ocultar las lágrimas de felicidad. Y como manda, hasta los 18 años, Sebastián visitará el cerro del Tepeyac con la indumentaria característica del santo indígena.

Su padre debe subir de rodillas hasta el punto donde, cuentan las crónicas, se apareció por primera vez la virgen al santo indígena. Desde esa fecha, no han faltado los 12 de diciembre; antes hacen una peregrinación desde Pachuca.

La madre asegura que el sacrificio, el dolor y cansancio, no son nada en comparación con lo que les ha dado la Virgen de Guadalupe.

Pero el milagro de Juan Diego se extendió en la familia. Dos nietos más que de manera constante se enfermaban, también fueron ofrecidos y ahora gozan de una salud envidiable. También desde los dos años ya empiezan a hacer el perigranaje con la indumentaria del santo.

“No tenemos manera de agradecer todo lo que nuestra madre ha hecho por nosotros. De paso, aprovechamos para agradecer lo bien que se porta con nosotros año con año; el negocio va bien y todo gracias a ellos.

“Cada año ahorramos porque sabemos que al estar aquí le damos una ofrenda y seguiremos agradecidos con Juan Diego y la Virgencita. Mientras tenga fuerzas y mi hijo esté vivo, voy a venir; sabemos en la familia que es un milagro, aunque no nos crean o piensen que estamos locos”, comentó Ramiro, mientras subía los escalones de rodillas hasta llegar a lo más alto del cerro del Tepeyac.

Al igual que la familia, por lo menos 30 niños acudieron con el traje típico de Juan Diego. Todos a manera de ofrenda.

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