Robo de hidrocarburo se extiende por puebla y sus límites

Chupaductos se multiplican y se disputan los municipios

Los pobladores del Triángulo Rojo ven como algo normal convertise en huachicolero

Cuartoscuro

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Al día 12/05/2017 16:04 Redacción Actualizada 16:05
 

Dennis A. García

El control del robo de hidrocarburos en Puebla se ha extendido: no sólo ocurre en el llamado Triángulo Rojo —integrado por seis municipios— sino que ha crecido desde los municipios limítrofes con Veracruz y el Estado de México.

El Triángulo Rojo —que abarca los municipios de Acajete, Tepeaca, Quecholac, Acatzingo, Tecamachalco y Palmar de Bravo— lo disputan Antonio Martínez, “El Toñín”, y Roberto de los Santos de Jesús, “El Bukanas”.

ES SUYO. El Triángulo Rojo, por donde atraviesan ochenta kilómetros de ductos de Petróleos Mexicanos, es posible porque los pobladores han caído en la idea de que lo que pasa por sus tierras les pertenece.

Esta casa editorial recorrió municipios que en los últimos años han surgido los llamados huachicoleros.

UNA FORMA DE VIDA. Desde el municipio de Acajete hasta Palmar de Bravo —el Triángulo Rojo— la mayoría de los habitantes ya tienen que ver con el robo de hidrocarburos; algunos sólo compran el producto ilícito, otros pelean el control a las propias organizaciones criminales, o bien, para otros ser huachicolero es una forma de vida.

Los líderes de las organizaciones criminales tienen algo en común; persuadir a la población de ser parte directa o indirecta del mundo huachicol.

Y lo han logrado al grado que ahora son los propios pobladores quienes ya no quieren pagar derecho de piso y quedarse con las tomas.

La gasolina obtenida de las tomas clandestinas es vendida en puntos ciegos para las autoridades como casas o vulcanizadoras, es decir, es un consumo interno en las poblaciones. 

La zona está dividida entre las dos organizaciones criminales: la de los Bukanas y la de El Toñín; ambas utilizan armas Ar-15, Ak-47, granadas y equipo táctico tipo militar.

RENTAN TOMAS. Las organizaciones buscan conformar células para el control, pero también han optado por rentarles las tomas clandestinas a los pobladores hasta por 50 mil pesos al mes, o si los comuneros quieren perforar tienen que pagar una cantidad más grande.

Otra de las formas de operar es ofrecerles beneficios económicos a los pobladores a cambio de que cuiden las tomas, que les avisen cuando hay presencia militar e incluso formar parte de su estructura.

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