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Peques se rayan con llegada de los Reyes Magos

En la Ciudad de México, los pequeños disfrutaron de la llegada de los Reyes Magos

Yadin Xolalpa | El Gráfico

Yadin Xolalpa | El Gráfico

Al día 07/01/2018 08:05 Redacción Actualizada 09:57
 

Andrea Ahedo

Valeria, de 11 años, pidió un juego de mesa a los Reyes Magos. Ese lo dejó en casa y salió con su papá, desde la colonia Guerrero, en su bicicleta nueva para dirigirse hacia el Monumento a la Revolución.

Valeria y su papá Carlos dieron vueltas en la explanada. La nueva bicicleta era difícil de controlar, porque la anterior era más pequeña. Y en ésta, el asiento estaba flojo. Aun así, Valeria soportó los rayos del sol que le pegaban en la cara y a un lado de su padre, que también conducía una bicicleta, siguieron dando vueltas.

A ella, los Reyes Magos le llevaron todo lo que pidió: su juego y el nuevo vehículo. Un día antes lanzó su carta al cielo, donde los Reyes la recibieron y la leyeron para llevarle todo a su casa.

DE MADRUGADA. A Loghan, de 8 años, no le gustaron los patines que los Reyes Magos le trajeron. 

Se paró muy temprano, a las 4 de la mañana, para ir al baño, pero de reojo vio que los regalos ya estaban a un lado de el arbolito. 

A él le trajeron el par de patines, un carrito y un dron que cabe en sus manos. A su hermana, de 13 años, le llegaron unos patines rosas, pero a ella sí le gustaron. 

Toda la familia salió de su casa, que se ubica detrás de la iglesia de San Hipólito, rumbo al Monumento a la Revolución.

Se pusieron los patines, él, ella y su papá, mientras su mamá les tomaba video con el celular. 

Loghan estrenó sus otros dos juguetes en casa, pero aún así los llevó a la explanada del Monumento. 

Mientras daba sus primeros pasos, otros niños dejaron a un lado sus bicicletas y patines del diablo, se quitaron los zapatos, para mojarse con el agua fría de la fuente.

EN FAMILIA. Este año no muchos niños y niñas fueron con sus familias a este punto de la ciudad, tal vez porque los regalos de los Reyes son más para estar en casa, como ropa o videojuegos. 

Con sus patines puestos, Loghan tomó la mano de su papá cuando su hermana se adelantaba varios metros en la misma explanada, pero aún así no le gustaron; sólo duró unos cuantos minutos y después regresó con su mamá para quitárselos, cambiárselos por zapatos y agarrar su patineta azul. Con esa podía llegar más lejos en menos tiempo, y además ya sabía cómo usarla. 

Luego, Loghan volvió a guardar la patineta y tomó los controles de su nuevo carro con grandes llantas. 

Alrededor de ellos había más niños, sobre todo con bicicletas nuevas y uno que otro con espadas o con juegos que aún no abrían por la emoción de mojarse en la fuente. 

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