Les quitan lo machín

Crean grupos de reeducación para hombres violentos

Crean talleres para ayudar a hombres generadores de violencia y mejorar sus relaciones

Al día 02/03/2017 20:00 Actualizada 20:00
 

ANTONIO MORALES tiene grabado en su memoria aquel día —hace año y medio— cuando pidió a funcionarios capitalinos su apoyo para echar a andar un programa que permitiera brindar ayuda a los hombres generadores de violencia. 

“No pierdas el tiempo, Toño. ¡Eso no funciona! Los hombres son caso perdido, tienen que estar detenidos. Recuerda que el trabajo debe centrarse en las mujeres víctimas” le dijeron.

Frente a sus caras de incredulidad, él no dijo nada, pero no coincidía con ellos.

 “¿Por qué deben ser ellas a quienes tenemos que esconder o llevar a un refugio?”, pensó. Toño consideraba que en los casos de violencia quien debía salir del domicilio era el agresor para trabajar en su comportamiento. Su insistencia tuvo resultados: los hombres generadores de violencia moderada pueden ser reeducados.

CHARLAS. “Tenemos más de un año trabajando con este enfoque, porque es un problema de salud pública. Si trabajamos con un solo hombre de manera preventiva, coadyuvamos a la no violencia”, dice Morales.

Su equipo es pequeño, 24 sicólogos (en su mayoría hombres), cuyo objetivo es generar empatía con sus alumnos, hombres generadores de violencia a quienes llaman “usuarios”.

 La mecánica: conforman grupos que una vez por semana se reúnen para hablar de todo lo relacionado con la masculinidad. En total son 25 sesiones, casi seis meses en los que el sicólogo abarca un temario especializado donde invita a los asistentes a expresar sus pensamientos y experiencias, para entender su problemática.

¿VIOLENTO YO? Samuel Domínguez fue uno de los mejores usuarios, así lo asegura su sicólogo, Agustín Galicia, quien reconoce en él su compromiso. 

Samuel tiene 59 años, es un hombre sencillo, de estatura mediana; de joven fue mecánico y ahora es jubilado. Al escucharlo, cuesta trabajo imaginar cómo ejercía su violencia en casa, pues su tono de voz es bajo.

—Mi primer día habíamos sólo tres o cuatro compañeros. Y yo llevaba la decisión de enfrentarme para reconocer los tipos de violencia.

—¿Usted es violento?

—Pues no, pero por las enseñanzas que recibí me di cuenta de lo que hacía: me enojaba, no le hablaba a mi pareja, le gritaba… Él dice que cuando comprendió y aceptó su violencia, se sintió libre de culpa.

LOS ÚLTIMOS. Para Galicia fue un reto participar en este proyecto en la Ciudad de México, la última entidad del país que comenzó a tratar a los hombres violentos; pero ésta no fue su primera vez, ya tenía experiencia en otros estados. 

“El reto es que ellos se acerquen y lograr que permanezcan. Tiene que ver mucho con la habilidad porque en cuanto escuchan la palabra violencia, se alertan sus defensas”.

LUCHA DIARIA. Samuel llegó al grupo luego de una plática que recibió en una unidad del Seguro Social. 

Quizás porque en aquel momento pasaba por una situación difícil tras la muerte de sus padres, sintió que lo necesitaba y aceptó. 

Sus logros son todavía muy pequeños, reconoce Samuel, porque con la violencia hay que trabajar todos los días, pero ya lleva ventaja. 

Con información de Érika Flores.

Google News - Elgrafico

Comentarios