"Porque lo pides" Por Lulú Petite

Sólo porque lo pides y estoy de buenas te cuento, la neta de buena gana te mandaba al cuerno

porque, lo pides, Lulú Petite
Viral 17/09/2013 07:58 Lulú Petite Actualizada 10:07
 

Querido Diario:

Pues sí, querido mío. Sólo porque lo pides y estoy de buenas te cuento, la neta de buena gana te mandaba al cuerno. He de confesarte algo corazón: A veces (cuando ando cachonda) me excita este juego morboso tuyo, cuando me pides que te cuente los detalles más precisos de mis aventuras sexuales. Cómo me lo hicieron, si me gustó, si el tipo estaba guapo o feo, si la tenía grande o si se movía bien, si le olía rico, cómo se la chupé, si tenía la cabecita como mantecada o como champiñón. Me chocan tus preguntas obscenas, pero sólo porque eres tú y me haces reír cuando las haces, te las permito y, he de admitirlo, decirte estas cosas me ponen caliente, me estimula.

Pero te iba a contar del cliente de anoche: Lo cabalgaba como vaquerita desquiciada, ¿sabes?, como en esos toros mecánicos que se mueven bruscamente. Me sentía en una silla de montar, brincando de un lado a otro, él me movía hacia arriba y luego me dejaba caer en su erección, clavándome en cada movimiento sobre un tremendo pitote, tan grande y bien hecho, que no sabía si me estaba haciendo el amor o jugaba conmigo al balero, el caso es que entre ensartada y ensartada, lo estaba disfrutando.

Supongo que es una de las ventajas de ser chiquita; mi baja estatura y poco peso me hacen más manejable. He de reconocer que fue buen sexo. No era un hombre guapo, más bien era un señor de unos cincuenta y tantos años, cabello canoso, bigote, muy moreno, vientre abultado y brazos fuertes, tupidos de una alfombra de vello blanco. Si me preguntas, diría que era un feo varonil, como los que te gustan.

Te conocí hace poco, en el gimnasio. Estaba haciendo mi rutina cuando te acercaste. Eres un tipo atractivo. La neta tu cara es más bien tosca, tirándole a reproducción de una escultura olmeca, pero tienes una personalidad arrolladora, además claro, de un cuerpo perfectamente esculpido entre pesas, esteroides y rutinas de fisiculturista. No estás mamado tipo Hulk, de esos que se ven hasta raros de tantas putas bolas, tú simplemente tienes un cuerpo muy estético y esos cuadritos tipo six pack en la barriga, que hacen a cualquier abdomen un objeto de deseo.

He de admitir que, cuando te me acercaste a hacer plática, no tenía ganas de conocerte. No por mala onda, pero voy allí a hacer ejercicio, a mantenerme en forma y a darle al cuerpo el mantenimiento que necesita para el placer de mi adorable clientela. Sinceramente, lo último que se me antoja es socializar o echar novio en el gimnasio. Supuse que te acercabas a ligar y me diste una hueva tremenda.

Sin embargo tu conversación me pareció tan graciosa y traías tan condenada buena vibra, que no sólo te seguí la conversación, terminamos almorzando juntos y nos comenzamos a hacer amigos. No sé por qué, pero desde esa primera conversación sentí confianza contigo, tanta que cuando nos despedimos yo ya te había confiado que soy puta y tú a mí que eres puto.

Sí, ya sé que eso suena feo, que pude decir que yo soy trabajadora sexual y tú gay, pero la neta suena más chistoso cómo resumiste nuestra situación y, sin duda, nos describe mejor. Ultimada-madres-mente, puta y puto, en nuestros casos, no son adjetivos, puta es el nombre de mi oficio y puto, querido amigo, no define tu preferencia sexual, sino tu apetito. Digamos las cosas como son, te encanta la longaniza.

Supongo que por eso cuando te dije cuál era mi oficio, se te pusieron los ojos redondos como platos, no porque te sorprendieras, sino porque querías saber más, que te lo contara todo y, desde entonces, me divierte platicarte a veces y alimentar tu impertinencia, saciar tu morbo, contarte las cosas más obscenas, increíbles, precisas, que hago con cada uno de esos hombres que meto en mi cama y que a ti te encantaría meter en la tuya.

Pero te contaba, me la metía en círculos, con sus manos enormes, varoniles, fuertes, me movía sobre él como si de verdad yo fuera el mazo de un balero al que había que ensartar en aquel tallo de carne y látex. En algunos momentos me levantaba de la cintura y, sin dejarme caer, jugueteaba pasando la punta de su pene, sobre mi clítoris o por mis labios vaginales, la sensación era muy estimulante, la neta no pude más y me vine.

Me volteó boca abajo sin dejar de cogerme. A veces, cuando tienes un orgasmo y te siguen penetrando, el placer llega a ser tan intenso que te sientes desvanecer y si te relajas es posible recuperar energía de inmediato y lograr que la sangre y hormonas vuelvan a fabricar las delicias de uno o más nuevos orgasmos. Yo estaba embelesada, a la orilla de la cama, sintiendo sus huevos golpear contra mis muslos y su sexo meterse, satisfacerme, perderme. Cuando todo terminó, el cuerpo me temblaba y las luces del último orgasmo me hacían imaginar estrellas.

Nos recostamos unos minutos antes de ducharnos y comenzar a vestirnos. Nos despedimos bien, creo que él se quedó contento y satisfecho, eso es lo importante en este negocio. Qué además yo haya salido caminando como Bambi recién parida y una sonrisa de oreja a oreja, son parte de los beneficios de este oficio tan versátil. 

Pero bueno, conste que sólo porque lo pides te cuento. No he de mandarte al cuerno, aunque me den ganas, porque siempre quise tener un amigo gay, con quien me sienta cómoda hablando de estas cosas. De todos modos, igual me excita este juego morboso tuyo de contarte con lujo de detalles, las cosas que hago en los moteles con lo que a ti y a mí nos encanta: los hombres.

Un besote

Lulú Petite

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