"Hola vecina" Por Lulú Petite

La mera verdad lo dije nada más para molestarte, porque me divertía ponerte celosito, pero ya sabes que todas las bromas encierran un poquito de verdad...

Lulú Petite
Viral 13/08/2013 05:45 Lulú Petite Actualizada 06:00
 

Querido Diario:

Te decía el jueves ¿Te acuerdas de mi vecino?

Sí, el guapo. ¿Cuánto tiempo llevaba diciéndote que me gustaba? Mínimo un año, desde la primera vez que nos lo topamos afuera de mi depa. La mera verdad lo dije nada más para molestarte, porque me divertía ponerte celosito, pero ya sabes que todas las bromas encierran un poquito de verdad.

No vas a negar que el chavo está buenísimo. Te lo prometo, ya me consta. Sus nalgas son perfectas, como talladas en mármol y, bueno, su cara de travieso y su sonrisa, con hoyuelos en las mejillas, lo hacen irresistible.

Según yo se parece a Valentino Lanus. Pero cuando te lo dije tú saliste con lo que dicen muchos hombres cuando ven a otro demasiado guapo: “Ha de ser gay”, “A ese segurito lo arrullaron con el Noa, noa”.

¿Qué te iba a decir? Con ese tipo de comentarios mamones cierras toda posibilidad de diálogo, además estaba hablando la envidia.

De cualquier forma aunque nos cruzábamos seguido en la calle, generalmente yo iba paseando a mis perritos y él haciendo ejercicio, con ropa deportiva y audífonos en las orejas. De vez en cuando nos sonreíamos coquetamente, a manera de saludo, pero nunca nos detuvimos siquiera a presentarnos.

El caso es que hace unas semanas tenía una cita de trabajo, con la ciudad medio vacía por las vacaciones y las calles tranquilas para disfrutarlas, llegué al motel mucho antes de la hora en la que había quedado de verme con el cliente.

Para aprovechar el tiempo me metí a un centro comercial cerca de donde tenía el compromiso. De un aparador a otro acabé en la sección de películas de una tienda de discos. Iba a comprar “Medianoche en Paris”, para regalársela a un amigo, cuando ¿qué crees? Allí estaba él.

-Hola vecina- Dijo parado detrás de mí. Volteé de inmediato y casi me meo al reconocerlo.
-Hola vecino- Respondí sonriendo, fingiendo calma. Afortunadamente iba arregladita para mi compromiso, creo que me veía linda.
-¿Vas a comprar esa película? Es muy buena- Me recomendó.
-Sí, es un regalo, a mí también me gustó mucho.
-Por cierto, me llamo Iván.

Platicamos un rato allí parados. De cine, de música, de todo y de nada. Además de guapo el vecinito resultó a toda madre. Me habría quedado allí toda la tarde, pero llamó mi cliente. Me retiré un poco para escuchar con discreción el número de habitación en la que me esperaba y volví para explicarle a mi nuevo amigo que debía irme a trabajar. De cualquier forma, quedamos de vernos pronto, le di mi teléfono, me dio el suyo y prometimos encontrarnos al menos en la calle. Después de todo, llevábamos un año coincidiendo, justo era comenzar a conocernos.

-Hace mucho que quería un pretexto para hablarte- me dijo antes de que finalmente me fuera, con mi película nueva en la bolsa y una sonrisa tremenda en la cara.

¿Qué te cuento del cliente? Naturalmente, fue el ganón del sorpresivo encuentro con el vecino. Para cuando llegué al motel mi imaginación ya estaba fabricando una nueva versión del kamasutra, hamacustra, cocinasutra y alfombrasutra con mi amiguito nalgas perfectas. Me lo quería comer y que fuera ¡Ya! No podía llegar más caliente a atender mi compromiso.

Apenas me abrió el cliente y me le fui a los labios.

-¿Cómo has estado baby?- Le pregunté con una sonrisa coqueta –Me tenías muy olvidada-

Es un buen cliente, se llama Sergio y es un hombre encantador. Hacía rato que no nos veíamos y me dio gusto que llamara. Se veía más guapo que de costumbre, o tal vez era mi calentura.
-Te extrañaba- Me dijo con cierta ternura.
-¿De vedad?- Le pregunté pegándole las tetas al cuerpo y abriendo los labios a unos centímetros de su boca para que me diera un beso. Lo entendió.

Sus dedos se movían con habilidad. Recorría mi cuerpo con naturalidad, pero también con urgencia, casi avaricia, como quien siente una pasión a punto de desbordarse. Lo disfruté mucho.

Sentí cómo sus manos se clavaban en mi carne, cómo hurgaba y se apoderaba de mi cuerpo.

Busque su boca para desahogar la excitación que tenía ya mis muslos empapados. Me lo comí a besos, probé sus labios, su lengua, sus dientes, sentí su mano acariciarme con ternura la espalda y luego apretarme las nalgas con lujuria.

Lo seguí hasta la cama, donde nos sentamos sin dejar de besarnos. Sacó entonces su pene y lo puso en mi mano. Comencé a jalarlo despacio, con un deseo genuino de sentirlo. Tomé un condón de mi bolsa, me doblé sobre él y se lo puse con los labios. Él me sobaba las nalgas y me levantaba la falda mientras yo se la chupaba.

-Ven- me dijo con la voz entrecortada pidiéndome que me sentara en su erección.

Me despedí de Sergio contenta y satisfecha. En la noche regresé a casa y a la rutina. Estaba ya recostada viendo la televisión, cuando una alerta de mensaje sonó en mi celular. Ding, dong:

“Me encantó conocerte, espero encontrarte pronto. Iván.”

¿Qué te puedo decir gordito? Estuvimos mensajeándonos más de cuarenta minutos. Pero bueno, eso fue el principio de la historia, de cuando me lo ponché te cuento luego.

Hasta el jueves
Lulú Petite

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