Ayer fue el día de adelantar una hora nuestros relojes para aprovechar mejor la luz del día. Aunque los estudios serios dicen que el ser humano tarda una semana en adaptarse al cambio, son muchos los que aprovechan para quejarse durante toda la temporada.

La pregunta es cómo ahorrar la energía eléctrica que ya se generó; en algún momento se tiene que consumir. El concepto del ahorro es más complejo, porque millones de personas hacen su parte al modificar sus hábitos cada año, pero las políticas públicas no han ido más allá para revertir los efectos en el cambio climático.

Hace unos días, se soltó un rumor de que terminaría en la Ciudad de México porque un diputado equis de Morena, en el Congreso local, presentó un punto de acuerdo para cancelarlo.

Eso es como colarse en la foto para hacerse publicidad, a la fecha no hay ninguna iniciativa de ley que avance en ese sentido. 

Pero en lugar de esperar que el planeta se salve si prendemos menos tiempo los focos, debe atacarse el consumo de plásticos, eso sí que contamina la tierra y el mar. 

Periscopio. La editorial Alfaguara publicó la novela ‘Ladrón de esperanzas’, de Francisco Martín Moreno. La obra debe leerse como una respuesta a las declaraciones del Presidente contra los “conservadores”, “la prensa fifí” y demás calificativos. Al autor le quedó chico el Lunario del Auditorio Nacional para presentar un libro que, más allá de su calidad en la prosa, debe leerse como un acto de libertad de expresión. Francisco Martín Moreno es punta de lanza en la cohesión de los opositores al nuevo régimen. Se mostró un pequeño ‘músculo’ con la presencia de destacadas figuras de la clase política y empresarial que escucharon atentos los comentarios de Diego Fernández de Cevallos, Federico Reyes Heroles, Jorge Suárez Vélez y el caricaturista Paco Calderón. Francisco Martín Moreno es un autor que vende y jala gente. Muchos lectores esperaron con paciencia hasta más de una hora para solicitar una dedicatoria personal de esta nueva novela, donde se expone un pacto de impunidad entre dos políticos con iniciales EPN y AMLO. 

Bitácora de los Ángeles del Gordo. El estadio Alfredo Harp Helú quedó muy bonito, aunque hay algunas cosas para mencionar, como el precio del estacionamiento que es de 150 pesos y no hay garantía de seguridad: el fin de semana hubo cristalazos. ¿Qué hace la delegación Iztacalco con ese recurso?

Hubo un promedio de 18 mil asistentes por cada uno de los tres partidos de la ‘guerra civil’ entre los Diablos Rojos del México y los Tigres de Quintana Roo. Sin embargo, no hubo capacidad para surtir de tacos de cochinita a los aficionados que tenían que hacer filas de media hora de espera para saborear el cotizado manjar yucateco.

La nueva catedral del beisbol tiene sólo una salida, lo que se convierte en un ‘cuello de botella’ hacia las instalaciones de la Ciudad Deportiva, que no cuenta con la urbanización ni la señalización adecuada para evacuar el recinto deportivo. Muy mal ahí, se trata de consideraciones mínimas en materia de protección civil.