Que el fracaso no te paralice

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Vida 02/07/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 11:11
 

Sin fracaso no hay aprendizaje, nadie nace sabiéndolo todo. Cuando aprendimos a caminar todos nos caímos y no sólo una vez. Es más, gracias a esas pequeños caídas aprendimos a caminar y luego a correr. La mayoría nos reponemos con cierta facilidad a esos pequeños fracasos, nos levantamos y seguimos intentando, hasta el día de hoy.

Pero a veces permitimos que las fallas y decepciones dañen nuestra seguridad e imagen propia. Al fallar en una tarea o proyecto pensamos cosas como “Soy un verdadero perdedor”, “No hago nada bien”.  ¿Qué efecto tiene esto sobre ti? Evidentemente, no te ayuda a conseguir lo que deseas. Pierdes la esperanza y te convences de que no vas a lograrlo y, lo peor de todo, abandonas todo intento por alcanzar tus metas. Y es más probable que la próxima vez que intentes hacer un avance, inconscientemente, sabotees tus esfuerzos.

Minimiza el daño. Ante el fracaso, lo mejor es tratar de minimizar el daño a nuestra seguridad y autoestima. Prevén cualquier idea derrotista o pesimista pues al entregarte a estas suposiciones pierdes la motivación y te das por vencido. Aquí hay algunas formas de motivarte a ti mismo, incrementar la esperanza de acercarte a tus objetivos y hacer más probable el éxito en lo que te propongas:

Bríndate apoyo incondicional. Ofrécete trato amable y comprensivo, incluye evitar criticarte ferozmente con ideas como las que menciono antes. Evita decir cualquier cosa que no le dirías a una persona querida o a un niño pequeño que se ha equivocado. En lugar de pensar “No hago nada bien”, podrías decir “De acuerdo, no hice bien esto”. No se trata de engañarte, es poner las cosas en su justa medida.

Extrae el aprendizaje de tus fallas. ¿Cuál es la lección aprendida? Por difícil que parezca en el momento, debes hacer este análisis. La forma más efectiva de sanar las heridas de las frustraciones es hallar un aprendizaje positivo en lo sucedido. Si sólo te brindas apoyo incondicional y no extraes la lección de tus fallas, terminarás sintiéndote peor o autocompadeciéndote. Aprender de los errores te planta en la realidad y te hace más perseverante.

Cambia tu idea del fracaso. El fracaso puede ser un gran maestro, si lo sabes aprovechar. Velo como una valiosa experiencia de aprendizaje. Cada vez que fallas en tu intento de, por ejemplo, aprobar un examen, estás aprendiendo lo que sirve y lo que no, lo que necesitas cambiar en tu preparación o ejecución. Fallar te da la oportunidad de probar nuevas y diferentes formas de hacer las cosas. Fallar también te puede fortalecer. Cuando en vez de desmoralizarte, decides seguir intentando, ganas fuerza y tu probabilidad de éxito se incrementa.

Algunos fracasos son éxitos. Haber alcanzado el segundo lugar en una ardua competencia en el trabajo o la escuela es en realidad un éxito. Por supuesto, todos queremos el primer lugar, pero muchas veces estar entre los finalistas o los tres mejores, puede ser bastante satisfactorio.

No haber conseguido el trabajo anhelado, pero haber avanzado bastante en la selección es también una historia de éxito. Muchas veces, el mero hecho de participar en un proceso de selección, intentar conseguir una novia o tratar de adoptar una hija, es fuente de felicidad, satisfacción, orgullo y logro personal.

El fracaso te hace disfrutar más el éxito. Cuanto más te cuesta conseguir algo, más disfrutas lo anhelado. ¿Te has dado cuenta de esto? Tras un gran esfuerzo, el éxito tiene un efecto importante sobre el estado de ánimo, la autoestima y la confianza en ti mismo.

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