Lo positivo de las emociones negativas

Vida 02/10/2018 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 13:00
 

Todos experimentamos emociones diversas y cambiantes como el enojo, la tristeza, la alegría, la ansiedad, la frustración, la tranquilidad. Es natural experimentar emociones y estados anímicos variados. Igual que sucede con el clima, que unos días son más fríos, otros soleados, lluviosos o con fuertes vientos, nuestras emociones varían, a veces levemente y otras de forma drástica. Incluso a lo largo de un solo día podemos sentirnos con mayor o menor energía, más o menos tranquilos, enojados o serenos. Todas las emociones, hasta las desagradables o negativas, tienen una función importante en nuestras vidas.

Miedo y peligro. El miedo afecta nuestros días con bastante frecuencia, en mayor o menor medida. De manera intermitente se hace presente. El miedo ha estado con nosotros a lo largo de la evolución. Nos ha ayudado a sobrevivir, a cuidarnos de los peligros. Esta es la función positiva del miedo, nos alerta de los peligros.

El problema es que nos hemos acostumbrado a estar en alerta. Hoy en día, no tenemos que cuidarnos de un tigre, pero sí de peligros imaginados, que se manifiestan en preocupaciones e ideas fatalistas. Hay que identificar las preocupaciones sobre cosas que “podrían suceder”, pero que generalmente nunca se materializan. Al final, sólo existen en la mente. Hay que aprender a distinguir los peligros reales de esos que nos imaginamos. 

El enojo, una fuerza impulsora. El enojo nos sirve para defendernos. Algunas veces, la ira surge cuando nos damos cuenta de que alguien está traspasando un límite, nos agrede o hace algo que nos disgusta. El enfado es una fuerza impulsora que nos mueve a defender nuestros deseos, necesidades y opiniones.

Pero el enojo tiene muy mala reputación, no se aprecia en su función positiva. Es una sensación que consideramos desagradable y que normalmente se rechaza. Si nos decimos “No está bien que me enoje. Debo mantener siempre la compostura”, negamos una parte importante de nuestra vida emocional. No está mal sentir enojo, lo que puede ser dañino es lo que hacemos con él. Descubrir la fuerza impulsora de la ira, familiarizarnos con ella, conocerla y hacernos sus aliados es relacionarnos sabiamente con ella.

El alivio del llanto. La tristeza, otra de las emociones “vetadas”, y su expresión, el llanto, tienen una función en nuestras vidas. No existen sólo porque sí. La función de la tristeza y el llanto es purgar las emociones contenidas. Recuerda el alivio que sientes cuando te has permitido llorar de tristeza. De alguna manera, la tristeza y el llanto, cuando no se prolongan demasiado, nos ayudan a volver a un estado de bienestar.

La tristeza (no la depresión) nos ayuda a apreciar lo perdido, a atesorar lo que no tenemos, a entender a quienes están pasando por algo similar. Suprimir esta emoción sólo nos lleva a más dolor en el futuro, sobre todo si para alejarnos de la tristeza abusamos del alcohol u otras drogas, compramos compulsivamente, nos entregamos al juego o nos obsesionamos con el trabajo. Acoge la tristeza. Una vez satisfecha con la atención y el tiempo que le dedicas, es más probable que decida marcharse.

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