Anímate a hacer un cambio

Vida 26/03/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 05:20
 

Algunos pueden hacer cambios repentinos, como dejar de fumar de la noche a la mañana; cambiar a un estilo de vida que incluya cuidar la alimentación y hacer ejercicio; o dejar un oficio para iniciar otro. Para otros, el cambio no es tan fácil: requiere de tiempo, atención y mucho  esfuerzo. 

Dejar actitudes dañinas como la postergación, la impaciencia o la tendencia a presionar a los demás necesita un periodo de atención, observación y práctica. Y hay un elemento más que es esencial: paciencia con uno mismo y con la transición hacia algo nuevo o diferente.

Durante el proceso de cambio experimentamos avances, estancamientos y retrocesos. Esto es natural. No esperes ir de A a B y a C sin tener que librar obstáculos, éstos siempre estarán presentes y son los que te harán detenerte o retroceder. Una vez superada cada dificultad hay avance. Saber esto te puede dar tranquilidad, confianza y tolerancia a la frustración. Todos vivimos de esta manera las transformaciones y los saltos hacia lo nuevo. No estás sola, no estás solo. Estas son las etapas de un proceso de cambio.

Negación. En esta primera etapa te rehúsas a ver el problema, minimizas su importancia: “No, mi esposo no es violento, sólo tiene mal humor”. No eres consciente de que tienes una dificultad, de que hay un conflicto o una crisis. Y si no te das cuenta de que existe un problema, no tendrás ninguna intención de hacer algo para resolverlo y lo seguirás padeciendo.

Darse cuenta. Esto quiere decir abrir los ojos, sentir en tu cuerpo que hay algo que necesitas cambiar para dejar atrás la insatisfacción. Darte cuenta es notar que algo no está bien, que hay algo que te perturba. Es necesario indagar, a través de tus sensaciones, emociones y tu cuerpo, qué va mal.

Resolución. Una vez identificado lo que te tiene en la insatisfacción, puedes decidir afrontar el problema. Esto puede significar ir a una acción concreta o simplemente hacerte consciente de lo difícil que podría ser modificar tu conducta o alguna  actitud y que necesitas de ayuda de un experto, como un psicólogo, para poder resolverlo eficientemente.

Torpeza.  Esta fase se refiere a los intentos de probar una nueva forma de actuar. Aprendemos por medio del ensayo y el error, de los avances y retrocesos. Por ejemplo, para aprender cómo hacen los demás para tener una actitud amable y respetuosa hacia sus familiares, puedes observar y decidir probar algunos de esos comportamientos, no para imitarlos, sino para descubrir cómo se siente actuar de esa manera y qué respuesta obtienes de quienes te rodean.

Pericia.  Cuando encuentras la nuevas actitud o conducta que quieres integrar a tu vida, viene un periodo de repetición, de práctica. Quizás en esta etapa sigas experimentando dificultades para conservar y mantener tu nueva forma de actuar, pero cada vez serán menos. Ya sabes que esto forma parte del proceso de cambio, así que te será más fácil lidiar con esos inconvenientes.

Integración. En esta fase logras poner en práctica y mantener las modificaciones de manera más permanente en tu vida. Pero el trabajo no termina aquí, constantemente necesitas observar, atender y actuar para conservar las conductas que te son favorables. La vida está en cambio constante, nosotros también lo estamos. Démosle la bienvenida a esas transformaciones.

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