Ni un solo trago de alcohol a los niños

ZONA G 25/11/2018 12:07 Redacción Actualizada 12:07
 

Por Irma Gallo

El otro día vi en Facebook una publicación que me puso de pésimo humor: era una fotografía de un niño de entre dos y tres años de edad, dándole un trago a una cerveza.

Para empeorar mi humor, me puse a leer los comentarios que los contactos de la persona que posteó la foto (un hombre, por cierto), escribieron. Eran cosas del tipo de “¡salud niño!”, “¡qué bien, que vaya aprendiendo desde ahorita!”, o “ya se parece a su papá”. El aludido (que, por supuesto, ya no está en mi lista de “amigos” de Facebook) respondía como si fuera una gracia lo que había hecho: “para que vean, mi morro es todo un hombre”, o “dice mi hijo que le caigan”, y otras estupideces.

Además de que exhibiera a su hijo como monito de circo y el lenguaje machista que asocia el consumo de alcohol con “ser todo un hombre”, me molestaron mucho, pero además me puse a investigar sobre el daño que le estaba haciendo a su hijo al darle a probar cerveza y eso me terminó de enojar.

NO PAPÁS

No es una actitud moralina la que me mueve a escribir esto. Si uno es adulto, puede hacer lo que le venga en gana con su cuerpo. Pero darle alcohol a un niño tiene serias consecuencias en su salud: 

DE SORBO EN SORBO

Es una de las sustancias más adictivas que hay. Si al niño le da asco el primer trago, es muy probable que disfrute de la atención que le ponen cuando todos se ríen de sus caras. Entonces vendrá un segundo, un tercero... hasta que se dé cuenta que lo divertido del alcohol no es su sabor, sino el efecto que produce en su estado de ánimo.

CUIDADO

El cerebro se desarrolla de manera exponencial durante los primeros años de vida. El consumo de alcohol, así sea en cantidades mínimas, inhibe este desarrollo. Lo que para un adulto de 60, 70 o más kilos es un traguito, no lo es para un menor de 10, 15 o 20 kilos. La concentración de alcohol en la sangre está relacionada con el peso y la estatura. En los menores, el alcohol produce efectos como pérdida de concentración, alteraciones del humor, pérdida del equilibrio y de sentidos de orientación o posición.

Entre más joven se empiece a consumir alcohol, son más altas las probabilidades de desarrollar alcoholismo en la edad adulta. Además de dañar paulatinamente las neuronas, el alcohol afecta el funcionamiento del hígado, reduce los latidos del corazón y aumenta la presión arterial.

CRECE CONSUMO

Y si todo esto no les parece suficiente razón para no entender la dimensión del problema, papás, les dejo algunas cifras:

En la Semana Nacional de Información contra el Alcoholismo, en la Ciudad de México en enero pasado, el comisionado nacional contra las adicciones, Manuel Mondragón y Kalb, dijo: “Las encuestas en menores nos preocuparon muchísimo; aumento en el consumo de alcohol en menores, inicio 10, 11 años. Se fue hacia arriba la incidencia y abajo la edad de inicio”.

Roberto Karam Araujo, presidente de la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, afirmó que en los últimos cinco años se duplicó el consumo de alcohol entre niños y adolescentes de 12 a 17 años durante el ‘maratón Guadalupe-Reyes’.

Como ven, darle a probar alcohol a un niño no es gracioso ni inofensivo.

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