Nuevo periodo ordinario de sesiones

Martí Batres

OPINIÓN 21/05/2019 09:51 Martí Batres Actualizada 09:51

El avance de la democracia se puede medir por el número de veces que se reúne un Parlamento al año. En los regímenes menos democráticos, el legislativo es convocado escasas veces, y el Poder Ejecutivo toma casi todas las decisiones. En democracias más avanzadas, el trabajo legislativo es más dinámico y recurrente.

Por ejemplo, el Parlamento de Gran Bretaña descansa sólo en Pascua, verano y Navidad. También el Congreso de EU lo hace así desde 1787. Y Canadá tiene el mismo calendario de trabajo anual desde el inicio de su vida parlamentaria. En tanto, el Parlamento francés tiene un periodo anual de nueve meses.

Más recientemente, la Constitución de Guatemala de 1985 estableció dos periodos de cuatro meses y medio cada uno, y Brasil hizo lo mismo en su Constitución de 1988, misma medida adoptada por Argentina en 1994.

La Constitución de Ecuador de 2008 ordena que el Poder Legislativo sesione permanentemente con sólo dos recesos de 15 días cada uno.

En el caso de México, los constituyentes de 1824 establecieron un sólo periodo de sesiones de tres meses y medio. La Constitución de 1857 estableció un periodo de tres meses y otro de dos.

Pero la Constitución de 1917, de corte presidencialista, dejó un sólo periodo de sesiones del Congreso Camaral de cuatro meses. Así fue por 76 años. Hasta 1993 que se restableció un segundo periodo ordinario de sesiones, con una duración de un mes y medio.

En 2004, dicho espacio se amplió a tres meses, estableciendo dos periodos: uno del 1 de septiembre al 15 de diciembre y otro del 1 de febrero al 30 de abril.

Actualmente, el Poder Legislativo Federal sesiona al año, de forma ordinaria, seis meses y medio. Sin embargo, la realidad ha obligado a recurrir a constantes periodos extraordinarios de sesiones. Tal vez ha llegado el momento de realizar otra reforma para introducir un tercer periodo ordinario.

Esto implicaría una modificación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para ubicar el tercer periodo entre junio y julio, ya que actualmente el segundo termina el 30 de abril y el primero comienza hasta el 1 de septiembre, lo que da lugar a un largo receso de cuatro meses. En medio de dicho receso, quedaría bien ubicado el nuevo tercer periodo.

Así se permitiría que el Congreso mexicano tome decisiones permanentemente y que los temas nacionales se debatan con fuerza a cada momento. Se podrían realizar las reformas que el país necesita sin esperar a periodos extraordinarios y se trabajaría en conjunto al ritmo que reclama nuestra sociedad.

Es cierto que el trabajo parlamentario no se reduce a las sesiones plenarias. Hay reuniones de comisiones, comparecencias, reuniones con funcionarios, foros, recorridos territoriales, parlamentos abiertos, etc., pero las decisiones y reformas legislativas sólo pueden ser tomadas en sesiones plenarias.

Por eso, requerimos de un parlamento que sesione tiempo completo, como lo hacen los poderes legislativos más desarrollados del mundo.

Esto fortalecerá el equilibrio de poderes, la capacidad transformadora del Legislativo y su imagen de trabajo.

Comentarios