Campira Lisandra, víctima del matanovias en CDMX

ni una menos desaparecidas feminicidios

(Foto: Archivo, El Gráfico)

La roja 26/02/2019 05:18 Tanya Guerrero Actualizada 08:58
 

Recostada sobre los cojines de su sofá cama, semidesnuda, con el cabello tuzado y los labios púrpura fue hallada Campira Lisandra Carmolinga Alanís.

La llave del gas abierta, los brazos con cortes y el cuerpo recién lavado emulaban la escena de un suicidio. Pero Campira sentía un profundo amor por sus hijos, y por ellos  —afirma su familia—,  nunca se habría quitado la vida. 

INCONSISTENCIAS

Además, en el caso del homicidio de la mujer de 31 años algo no cuadraba de la primera versión de los peritos; ¿dónde estaba el cabello de Campira? ¿por qué el novio dijo no haberla visto y abrió la puerta de su casa cuando la fueron a buscar?

El 1 de enero de 2017, Campira falleció a causa de asfixia. En la víspera de año nuevo, su pareja sentimental, Jorge N., el presunto feminicida la estranguló en el interior de su departamento de la colonia Santo Domingo, en Coyoacán, donde vivían desde hacía dos meses. Después de golpearla y asesinarla, le cortó las venas, le cortó el cabello y “se lo llevó como un trofeo”, afirma, Margarita,  madre de Campira.

Tres años antes, Jorge N., conocido como “El Matanovias”, hizo lo mismo con Yan Kyung Jun Borrego, con quien presuntamente mantuvo una relación de tres años y a quien en  2014 hallaron sin vida en un departamento de la Doctores. En un principio, al igual que la de Campira, su muerte fue catalogada como suicidio.

La última vez que Margarita habló por teléfono con su hija fue el 30 de diciembre, cuatro días después de que Campira, por insistencia de Jorge,  adelantara siete días su regreso de las vacaciones que tomaba con su mamá en Acapulco. 

Se regresó sola, le pidió a Margarita que se quedara unos días más con los niños, quienes volverían a la Ciudad de México hasta el 5 de enero junto con la abuela. 

Pero el 31 de diciembre, Campira ya no contestó las llamadas, no se conectó a Whatsapp y extrañamente no inició sus sesión de Facebook en todo el día.

“Con Campira yo tenía una comunicación constante, diaria pero ese día le marcaba a la casa y no contestaba, le marcaba al celular y decía que estaba desconectado. Entonces, me empezó a preocupar”. 

Por mensaje, Margarita le preguntó  a Jorge si sabía en dónde estaba Campira. Él le contestó que él no estaba en la casa, que estaba lejos y que habían discutido. 

ÉL ABRIÓ LA PUERTA. Preocupada por su hija, Margarita le pidió a un amigo de la colonia que fuera a verla. Pensó que como Campira y su novio habían discutido, su hija se sentiría triste. Pero cuando el amigo tocó en la casa, Jorge salió a abrir, le contestó que Campira estaba dormida y que no podía recibirlo. 

Margarita no se imaginó que media hora después de que el vecino se retiró, sin más respuesta que la del feminicida, Campira sería asesinada.

Luego de tres meses de una indignante muestra de ineficacia de los policías ministeriales, se libró la orden de aprehensión en contra de Jorge N.

En octubre de ese año, el presunto feminicida fue detenido bajo un puente en Izabal, Guatemala, en calidad de indigente y puesto a disposición de la justicia mexicana.

EVIDENCIAS. En la escena del crimen, que puso en evidencia su historial delictivo, se encontraron una computadora formateada y un iPad con las últimas fotografías que Campira logró captar horas antes de su homicidio. En ellas, aparecía con Jorge “N” en el mismo sofá donde fue estrangulada. Además, había dibujos con imágenes de demonios presuntamente hechos por Jorge en la mesa del departamento.

“Cuando murió mi hija, yo me cerré, no me importaron más que mis nietos. Yo no creo en la justicia mexicana, pero cuando vine a la Ciudad de México,  a la primera audiencia,  me dijeron que había posibilidades de que él saliera libre y me sentí mal, no sólo por mi hija, sino la cantidad de mujeres que antes habrá matado y eso me preocupó”, comenta Margarita.

Hoy, Jorge enfrenta un juicio por el feminicidio de Campira en el Reclusorio Norte y tiene pendiente uno por el homicidio de Yan y otro más por las lesiones provocadas a otra víctima.

Los abogados que representan a la madre de Campira han tenido que lidiar con un proceso judicial lento por los numerosos amparos que ha interpuesto Jorge “N”, entre  los cuales está la modificación de la medida cautelar para seguir con su proceso en libertad. 

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