Tenía una imponente pieza hinchada

Lulú Petite sexo sexualidad

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 14/05/2019 09:31 Lulú Petite Actualizada 19:49
 

Querido diario: Apenas entré a la habitación y él me atrapó por la cintura justo antes de pasar, y no me quedó más remedio que aferrarme a su torso con las piernas. En medio de risas y besos al azar, me aferré a su cuello con la respiración agitada, aunque no estaba sorprendida de que este hombretón pudiera llevarme cargada a donde yo le dijera. Este gigante tenía los hombros anchos, el pelo largo, una bonita barba de candado y ojos profundos. Algo así como un Acuaman de la Condesa.

Me contenté con soltarle la coleta que tenía hecha contra la nuca, hundiendo luego los dedos en esa cabellera oscura y suave que él se jactaba de tener. Así nos besamos apasionadamente, siguiendo el ritmo que dictaban nuestras lenguas, hasta que las rodillas de él dieron con la cama.

Me dejó caer sobre el colchón, a una altura respetable que no me sacó el aire de los pulmones. Risueña, yo me saqué los zapatos de tacón con los pies mientras lo veía desabotonarse la camisa frente a mí, sus ojos siempre fijos en mis movimientos. Si había algo que me gustaba mucho era coquetear, por lo que me deleité mordiéndome los labios frente a él para incitarlo, al tiempo que mis pies se posaban sobre el espacio tenso que hacía bulto en los pantalones de mi dothraki chilango.

—Como te encanta jugar —me dijo él con la respiración agitada, cogiéndome por los tobillos con las manos y haciéndome reír en el proceso. Le permití que me sacara la tanga por debajo del vestido, pero después me zafé de su agarre para sentarme en la cama.

Su erección quedó justo a la altura de mi cara, y la saqué de su prisión después de bajarle el cierre del pantalón. Él me facilitó el preservativo, y yo me encargué de extenderlo a lo largo de su imponente pieza mientras lo oía jadear.

Era realmente grande, me encontré pensando con lujuria al tiempo que le recorría el miembro hinchado desde la base hasta la cabeza. Era un pito lindo ¿Sabes? De esos de cabecita redonda y rosada, duro y recto, repleto de venas desafiantes. Dibujé una O con los labios para metérmela hasta la mitad, y bajé todo lo que pude a través del grueso de su tronco. Los hombros se me agitaron de placer, estaba ya impaciente por tenerlo.

Sin embargo, me quedé un rato más allí, disfrutando también de cogérmelo con la boca. Mi mano se enroscó alrededor de su diámetro y me afané en acariciarlo de arriba abajo, mientras mi boca le succionaba las partes más sensibles del pene con destreza. A pesar de la fuerza que yo sabía que él tenía, él posó sus manos en sus propias caderas y me dejó trabajar, sin perder pista de lo que le hacía en todo momento. Escucharlo jadear por mi culpa era un placer.

Al final me dejé caer con los brazos extendidos sobre la cama, y él agarró por la parte de abajo de la espalda para arrastrarme muy bien hasta el borde. Nos reencontramos con un beso largo y húmedo, uno que él trasladó hasta mis tetas cuando me desabotonó el vestido ligero por la parte de adelante. Supe que le encantó que no trajera sostén, porque gruñó contra mi piel antes de apretarme una teta para llevársela a la boca. 

Se me retorcieron los dedos de los pies con el subidón de placer, pero aún así logré posicionarlos sobre sus muslos. Aferrada a su espalda, me entregué completamente al vaivén con el que empezó a cogerme, tan duro y tan fuerte como él mismo era. Qué bendita delicia era simplemente dejar caer el rostro hacia atrás y responderle a cada estocada de mi Acuaman región 4 con un gemido certero.

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