Su leche tibia

Lulú Petite sexo sexualidad

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 05/03/2019 05:18 Lulú Petite Actualizada 19:48
 

Querido diario:  Fernando estaba sonriendo cuando me atrapó por la cintura con un brazo, en una de esas movidas juguetonas a las que a mí me gustaba ceder a punta de risitas. 

Las luces eran tenues. Mis manos se pasearon por el ancho de sus hombros mientras nos besábamos con lengua, lentamente. Tomé ventaja de la cercanía para ir tirando de su camiseta hacia arriba. Me tomé mi tiempo en recorrer los músculos tensos bajo su piel morena con una caricia larga, y cuando llegué a sus hombros, le desnudé el torso con un suspiro de triunfo. Él fue rápido, apoderándose de mis nalgas en el momento en el que retomamos el beso, cuando sentí el roce caliente y palpitante de su bulto contra mi vientre.

Busqué apoderarme de él con una mano, incluso por arriba del pantalón, pero entre los apuros de la excitación que me vibraba en la piel terminé poniéndome de rodillas frente a él.

—Aquí está, hermosa —me dijo al entregarme el paquetito brillante del condón, muy pendiente de cada movimiento mío. Sonreí mientras le bajaba la cremallera del pantalón para liberar esa delicia. Me bastó tirar de su ropa interior hacia abajo para que su erección quedara campante ante mi rostro. Viéndola tan gruesa e hinchada provocó que una ola de calor me viajara del cuello a las pantorrillas. Me mordí el labio inferior antes de recomérmelo con la punta de la lengua, y desde abajo lo vi a él siendo testigo de todo mi deseo con una expresión complacida. Compartimos una mirada bastante cómplice, pero no me tardé mucho más en envolver su pieza con el forro brillante del preservativo.

Me la introduje en la boca lentamente, paladeando cada centímetro de esa piel que irradiaba calor. Él tenía las manos puestas en su cintura e inevitablemente echó las caderas hacia adelante, atraído por el movimiento de succión con el que mis labios lo estaban acogiendo entero. Hice una pausa con su miembro enterrado hasta la mitad para deshacer el broche de mi sostén y procedí a balancear la cabeza de adelante hacia atrás, con las tetas al aire y los pezones erizados, para recorrer el largo de su tronco con mi boca.

Fer se deleitó en meterse hasta el fondo estrecho de mi garganta, y mientras me ahogaba, podía oírlo gruñir de placer. Salí de ese trance con una sonrisa. 

—Cógeme —le rogué, abriéndome de piernas. Se me abalanzó encima sin vacilar. Estaba en la gloria cuando le rodeé el cuello con los brazos, dejándome besar. Él se ubicó entre mis muslos, y luego empujó con toda la fuerza de sus caderas para enterrarse entre las paredes apretadas de mi vagina.

Yo me ponía más húmeda cada que él embestía, de manera que cada vez su pieza lograba deslizarse hasta el fondo con más facilidad.Mis gemidos salían uno tras otro, pero se agudizaron en el momento en el que Fernando se arrodilló entre mis piernas. Con la respiración siseante como un animal, me agarró por la cintura para clavarse en el justo centro de mi vagina. Un orgasmo fulminante me explotó de entre los muslos, mientras sentía como él, gimiendo, llenaba el condón con chorros deliciosos de su leche tibia.

Un beso, Lulú Petite

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