Directo al clímax

lulu petite diario intimo relato sexual

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 19/02/2019 05:18 Lulú Petite Actualizada 09:54
 

Querido diario: Toda yo era un punto caliente, desde el tajo ardiente entre mis piernas, hasta mi cara ruborizada por el esfuerzo y el placer. Él me tenía abierta de piernas con las rodillas flexionadas y en alto, plegadas contra mis pechos. La posición me robaba el aliento, pero me daba una vista más que interesante de nuestros cuerpos en acción. En el centro de este escenario, Andrés se empujaba contra mí con verdadero ímpetu, agarrado a la carne de mis muslos como un ancla al fondo del mar hirviendo que era toda yo.

La verdad es que era difícil de soportar. Los ojos se me pusieron en blanco después de una tanda dura de estocadas, en las que la cabeza de su miembro se encargó de aplastar, como si fuese un timbre, más de un punto importante adentro de mí. Sentía que lo caliente de la fricción me iba a hacer estallar como una granada, pero en realidad lo que hacía era mojarme groseramente. Estaba segura de que ya estaba chorreando flujo, por ese ruido mojado que producíamos con cada embestida.

Mis gemidos no tardaron nada en hacerse oír. Me mordí los labios para evitar los gritos, prácticamente en vano porque seguí quejándome entre una letanía de gimoteos. Daba igual, si de todas maneras los vecinos de la habitación de al lado nos iban a oír con todos los golpes de la cama contra la pared. Lo que yo quería era decirle algo, lo que fuera que me sacara este nudo de fuego del pecho, pero la falta de aliento no me dejó. Lo miré a los ojos, desnudo, dominándome con mis piernas flexionadas y mi sexo expuesto. Él me la metía, con una sonrisa pícara, como si supiera que estaba a punto de un orgasmo fulminante.

Andrés me sintió vibrar debajo suyo, gritando cuando el lengüetazo caliente del orgasmo me tembló de las piernas para arriba. Me sentí desvanecer, y aún así no se detuvo. Siguió empujándose adentro de las paredes temblorosas de mi vagina, con una fuerza que me hacía pensar que lo que quería era atravesarme, como un coleccionista a una mariposa. ¿Sabes lo intenso que se siente el placer cuando, después de un orgasmo te siguen cogiendo hasta sentir una nueva tanda de espasmos?

Lamí la cabeza de su erección con hambre, pero tomándome mi tiempo, y me contentó el hecho de que él tampoco buscó apurarme. Íbamos al mismo ritmo. Se empujaba adentro de mí, eso sí, moviendo apenas la pelvis hacia adelante, separé los labios y le permití que se cogiera mi boca con esa lentitud que me calentaba la piel. Y selló la intimidad acariciándome las tetas, cocinando su propio orgasmo.

Hasta el jueves, Lulú Petite

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