Con todo y ropa hicimos el sexo

Lulú Petite sexo sexualidad

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 25/04/2019 05:18 Lulú Petite Actualizada 19:25
 

Querido diario: Me arrodillé entonces frente a la cama para quitarle los zapatos, y le siguieron sus calcetines, unos de color oscuro que no me sorprendería descubrir que iban a juego con el color de su ropa interior. David se dejó caer sobre la cama con un suspiro rendido, un pequeño gesto que yo adoré infinitamente porque me encantaba verlo dejarse mimar.

Levanté la mirada cuando mis manos se le fueron al broche del cinturón. Él se aflojaba la corbata a ciegas (o eso pensé hasta que lo pillé espiándome con un ojo abierto cuando le bajé la cremallera del pantalón). Era mi turno de suspirar al tiempo que palpaba, sobre la tela, el área donde reposaba su miembro caliente. Sonreí, cachonda, y me trasladé hacia los últimos botones de su camisa.

Él me miraba. Luego de haber despejado esa porción de su vientre con el simple desabrochar de un trío plateado de botones, me dejé caer sobre la cama encima suyo, sostenida en alto por apenas un codo que no iba a tardar en fallarme. Ya estaba mojando la tela delgada de mi ropa interior, especialmente ahora que podía sentir contra mi mano el efecto que tenían mis acciones. Mi boca se paseaba con libertad a punta de besos en toda esa área debajo de su ombligo, bastante cerca del borde de su ropa interior. Mientras tanto, me dediqué a atestiguar lo duro que se estaba poniendo al trazar la silueta de su erección con una mano, hasta que por fin metí un puño en ese espacio caliente.

El miembro tieso e hinchado surgió a la vista entre mis dedos, apuntando hacia arriba y un poquito hacia la izquierda, justo como a mí me gustaba. Me entretuve masturbándolo despacio, tomándome mi tiempo para acariciarlo desde la base hasta la cabeza. Compartimos una mirada cómplice mientras él ubicaba el preservativo justo sobre su glande, y yo jalé para forrarlo hasta abajo con los dedos envolviéndole el tronco. Suspiré de puro gusto, sacando la lengua para trazarle el contorno de la punta lentamente. Casi por instinto se apretaron las paredes de mi sexo, aflojándose luego en el instante en el que me lo metí en la boca hasta la mitad. Mi lengua paladeaba contra su carne caliente mientras a mí se me derramaba un chorro de flujo entre las piernas. Más motivada y caliente me sentí en lo que lo escuché jadear mi nombre, los músculos de su vientre tensándose ante la acción de mi boca. David se animó a echarme hacia atrás las cortinas de pelo que me colgaban a ambos lados de la cara, y yo aproveché para subir y bajar a mi gusto por la longitud de su miembro. Era una completa delicia tenerlo enterrado hasta la garganta.

Sin perder más tiempo con esto de sacarnos la ropa, terminé incorporándome de rodillas sobre la cama, dispuesta a acomodarme a horcajadas a cada lado de su cuerpo. Al tiempo que encontraba mi sitio sobre su pelvis, me bajé las tiras del vestido ajustado para desnudarme las tetas. David recibió el gesto con una sonrisa, mojándose los labios carnosos mientras tocaba uno de mis pezones.

Para mí fue solo fuego contra fuego. Arqueé la espalda sobre él, preparadas ya mis rodillas para soportar el meneo de mis caderas, y él aprovechó mi entrega para masajearme los pechos llenos.

De tanto que me encandilaba el contacto con él, poco me di cuenta que todavía teníamos la ropa encima. Ya habría oportunidad de desnudarnos para la segunda ronda.

Hasta el martes, Lulú Petite

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