Con todo grande

Sexo 30/10/2018 05:18 Lulú Petite Actualizada 11:02
 

Querido diario: Lo primero que me llamó la atención cuando entré a su habitación fue su formidable tamaño. He atendido a clientes de todos tipos y complexiones. Al verlo inicialmente, pensé con un toque de picardía en el tamaño de su miembro, pero cuando me encontraba desnuda y aferrada con ambas manos a la cabecera... Sentía un nerviosismo cercano al miedo.

Él estaba de pie detrás de mí, me tenía sujeta por el vientre y la piel tersa de mis caderas. Todavía tenía el fantasma del calor de sus besos en la boca cuando así, de espaldas a mí, lo había oído ponerse el preservativo, entre murmullos de lo mucho que me deseaba y lo duro que lo ponía. Esa parte del asunto también la pude constatar un momento más tarde, cuando me levantó con sus manos de tractor y me penetró lentamente como todo un caballero. "Dios... Mío...", gemí yo por lo bajo, con los pies volando en el aire y su miembro taladrándome, acosada por las embestidas que este hombre se mandaba contra mi cuerpo, cargándome como si fuera una muñeca de trapo. ¿Su herramienta era grande? Sí, no tanto para que doliera, pero bastante como para gozarlo divinamente.

Llegué a cerrar los ojos para disfrutar con el resto de los sentidos aquel vaivén con el que su longitud entera se enterraba en mi carne más sensible, y en consecuencia se me endurecieron los pezones un montón. Al notarlo, trasladé la mano con la que presionaba contra mi ombligo hacia mis tetas, y él se pegó con la boca a mi nuca para murmurarme obscenidades entre chupones dispersos. 

Me subió una pierna doblada a la cama, y las embestidas lentas dieron paso a unas duras, como para deshacerme a gemidos. 

Todavía suspiraba con el pecho agitado en el momento que me subí al edredón, gateando de rodillas. Él me azuzó acariciándome las nalgas hasta que nos volvimos a encontrar, yo arrodillada al borde de la cama y él aún de pie, esperándome con los brazos abiertos. 

—Quiero cogerte de perrito— me dijo, mientras se comía mis labios a punta de besos cortos. Luego le tocó devorarse mi sonrisa, en respuesta a su petición que, según él, venía a raíz de verme gatear. Según él, yo tenía la culpa.

Fui bajando para ponerme en cuatro, pero no en la dirección que él quería. O quizá sí, si tomo en cuenta su cara de satisfacción cuando me llevé su erección a la boca. Me apartó el pelo de la cara y lo juntó todo en la parte de atrás de mi cabeza, con un puño firme con el cual también empujó para que me lo comiera más hasta el fondo. Yo, gustosa obedecí y nos abandonamos al placer por un poco más de la hora que pagó de mi compañía. 

Hasta el jueves, Lulú Petite

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