En Atlatongo, linchar será su ley contra delincuentes

Las campanas que el martes repicaron sin cesar en el poblado de Atlatongo, donde dos secuestrados fueron linchados, ayer permanecieron inmóviles; el metal que retumbó ya no convocaba a nadie y sólo se escuchaban las risas de los niños que jugaban en el pequeño parque, a un costado del kiosko.

Durante la madrugada de ayer una intensa lluvia borró los rastros de sangre que derramaron las tres personas que fueron golpeadas, dos de ellas hasta morir, y nada quedaba del eco de las súplicas, los insultos y los azotes que padecieron.

La versión de las autoridades y las supuestas declaraciones de Pedro Jesús Rivera Rosas dieron la razón a los pobladores. Él aseguró que junto con las dos personas muertas llegaron desde Guerrero para integrarse a una banda dedicada al secuestro.

A esto se sumó que durante la madrugada del miércoles la víctima que había sido secuestrada en el poblado horas antes, de aproximadamente 25 años, fue encontrada caminando sobre la carretera Venta de Carpio-Teotihuacan.

El hombre informó que estuvo cautivo en un inmueble, cuya dirección no pudo identificar y que fue liberado la noche del martes, luego de los disturbios.

Los pobladores aseguran que no han encontrado otra opción para acabar con la delincuencia; el martes mataron a dos personas para demostrar que se defenderán hasta las últimas consecuencias. Y aseguran que no fue la primera vez y tampoco será la última.

"No somos quién para matar, pero ellos (los secuestradores) no se tientan el corazón, acá han dejado decapitados, desollados y han secuestrado mucha gente", comenta Salomón, habitante de la comunidad de Atlatongo.

Los linchamientos, aseguran pobladores, fueron una advertencia para todo aquel que quiera delinquir en la zona.

"Vamos a colocar mantas y lonas con las fotos de los muertos para decir que si regresan eso es lo que les espera", aseguró Salomón.

Habitantes desistieron de realizar algún tipo de manifestación cuando se les informó que los 18 vecinos detenidos serían puestos en libertad.

José Manzur Quiroga, secretario de gobierno del estado de México, reveló que Octavio Ramírez, de 31 años, originario de Ayutla de los Libres, Guerrero, y Nayeli Pérez Verde, de 28, son las personas que fallecieron a causa de los golpes.