Un hombre y una mujer fueron asesinados

Crónica: Linchan a secuestradores en Teotihuacán

Habitantes de Atlatongo, en Teotihuacan, golpearon y dejaron caer desde el kiosko a los presuntos malhechores; hirieron a otro

(Foto: Hugo García, El Gráfico)

(Foto: Hugo García, El Gráfico)

La roja 25/05/2016 09:06 Yara Silva Actualizada 12:45
 

La noticia corrió de voz en voz: los secuestradores de un habitante de Atlatongo, en Teotihuacán, habían regresado por una víctima más. Las campanas de la iglesia anunciaron lo que todos en el pueblo saben: a los delincuentes deben golpearlos hasta matarlos.

Por eso ayer, después del tañido de las campanas, los habitantes del lugar mataron a golpes a un hombre y a una mujer, e hirieron a otro más.

Por la mañana, se supo que un comerciante de la comunidad había sido secuestrado. La víctima supuestamente había sido plagiada cuando conducía una camioneta por las calles del poblado.

No se sabe el lugar exacto ni quién fue testigo de ese secuestro. Pero se dice que los atacantes obligaron al hombre a salir del lugar con todo y camioneta.

Poco antes del mediodía, los presuntos secuestradores regresaron por una segunda víctima. Viajar en la misma camioneta de la primera víctima convirtió a cuatro personas en el blanco de los pobladores.

Así, de grito en grito, hombres y mujeres, jóvenes y viejos aprehendieron a los acusados. Después dieron la señal para que el pueblo se reuniera en el kiosco de Atlatongo para castigar a los delincuentes.

Los polis nada pudieron hacer

Tras el repique de las campanas, el pueblo entero llegó al centro del lugar. No importó que a unos pasos se encontrara la comandancia de la Policía Municipal. Ellos, los policías, nada pudieron hacer contra la fuerza de decenas de personas que jaloneaban, golpeaban y apaleaban a dos hombres y una mujer.

Esos agentes tampoco pudieron hacer nada para impedir que un grupo de unos 20 hombres corriera tras otro supuesto plagiario, quien logró escapar de los puños de los pobladores.

Los dejaron caer

Dicen, quienes estuvieron en ese kiosco, que a la turba no le alcanzaban las piedras para lapidar a sus víctimas. Por eso decidieron alzar los cuerpos hasta la cúspide del kiosco y dejarlos caer desde el techo. La orden fue dejarlos caer en tres ocasiones a cada uno.

El primero en caer fue un hombre de unos 35 años. Dejó de respirar antes de que la policía rodeara las entradas al municipio de Teotihuacán.

Eran unos 500 agentes estatales que debieron duplicar su número para entrar a rescatar al sobreviviente. Lo recuperaron, pero no lograron salvarle los dedos de una mano, que le fueron cercenados por los habitantes.

Las horas pasaban y los más de mil policías no lograban rescatar a la mujer que permanecía retenida en la comandancia, ni tampoco podían sacar el cadáver del hombre que yacía en el kiosco, frente a la iglesia.

Fueron los gases lacrimógenos, los escudos de los agentes y los cerca de 2 mil policías lo que logró replegar a los pobladores. Seis horas después consiguieron recuperar el cadáver del hombre y el cuerpo inerte de la mujer. Ella yacía a un costado del kiosco del lugar. 

Su rostro molido y el cuerpo moreteado hacía creer que la víctima murió antes de que los policías la llevaran en hombros hasta el vehículo oficial que la llevó al hospital. Ahí, en Atlatongo, las voces de policías y habitantes dicen que el de ayer no es el primer linchamiento ni será el último, porque la violencia se ha incrementado.

Ahí volverán a sonar las campanas y todos sabrán que es el llamado para golpear hasta la muerte, porque ellos no ven la justicia de otra forma.

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