La era de la destrucción

Lupita Martínez

OPINIÓN 15/05/2019 10:27 Lupita Martínez Actualizada 10:27

CUANDO SE VOLVIÓ UN OFICIO BIEN PAGADO ESO DE LA DESTRUCCIÓN. Después del éxito de la bioserie de Silvia Pinal producida por Carla Estrada, bien podría ocurrírseles pedirle a la productora hacer una segunda parte que podría resultar aún más impactante que la primera. Los últimos meses, las declaraciones de Frida Sofía, hija de Alejandra Guzmán, han sido comentadas por medios y público en general y mire usted, sensible público conocedor, de ninguna manera es que a usted y a mi nos guste esto de ser espectadores de un pleito familiar, pero para el resto de la audiencia sí es un gran atractivo. Ahora la moda y lo que gusta es el morbo (insisto, a nosotros eso no nos pasa), la destrucción por la destrucción. En realities, música, etc… lo que se busca es la degradación de las personas, parece que la mayoría goza el escarnio. 

Estamos en la época en la que conseguir antes que nadie información personal y sensible que satisfaga la curiosidad morbosa de los demás —ahora no importa si son famosos o no— se considera un logro para presumir y entre más grande sea el daño a la persona, mayor será el aplauso del público. Tomar la vida de las personas, para entre todos destrozarla como hienas hambrientas y luego dejársela a quienes actúan como aves de rapiña repartiéndose en pedacitos los restos, ahora es costumbre. 

Frida Sofía ha sacado a la luz algunas diferencias entre los miembros de su familia, ha hablado de abandono, traiciones y si bien la mayoría de los miembros de esta familia son conocidos y figuras públicas, su vida sólo les pertenece a ellos y ofrecerla para su destrucción no hace más que ahondar las heridas. Pero es el precedente que han sentado algunos programas de realidad que además de presentar la cotidianidad de una familia, exageran y actúan unas situaciones para generar audiencia, lamentable. De la misma manera, por ejemplo, que lo hacen Julián Gil y Marjorie de Souza al invitar a la prensa al pleito por la custodia de su pequeño hijo, como si el menor no tuviera derecho a su privacidad y esto ante los ojos indiferentes de las autoridades que no se ocupan de proteger su integridad. 

Ahora hablar de logros profesionales, anunciar antes que nadie un elenco o el análisis de un trabajo, no es importante. No importa si una obra (en TV, cine, música, teatro) tiene o no una buena estructura literaria, si los personajes son interesantes, si el contenido es bueno. Ahora lo importante es que esté impregnado de ira, de humor fácil y vulgar. Es la era de la relativización en la que en lugar de revisar nuestros propios errores, los comparamos con los de los demás para justificarlos. Y esto va en incremento, por eso son pocas las producciones de calidad, porque es la época de lo fácil. Usted y yo, no somos así.

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