Nos echamos un rapidín

Sexo 03/10/2018 05:20 Helena Danae Actualizada 05:20
 

Hola, mis amores,  espero que su miércoles vaya de maravilla. Yo estoy feliz de estar un día más en sus manos.

Quiero platicarles lo que me sucedió en la CDMX hace algunos meses, cuando fui con mi novio para posar en una sesión de fotos. 

La locación fue una casa enorme, con muchísimas habitaciones, una era muy especial con un gran cuarto de baño, con una tina al centro. Las tomas empezaron luciendo mi cuerpo en lencería y terminé desnuda.

Para una fotografía me senté a la orilla de la tina y mirándome al espejo pude ver el reflejo de mi novio mientras me devoraba el trasero con la mirada y cuando notó  que yo lo veía, sonrió.

 Entonces le lancé la indirecta para que entrara conmigo a la tina y él, muy prudente, me hizo la seña de que lo esperara, así que sólo hacía falta quedarnos solos en la habitación. 

De pronto, el fotógrafo me dijo que se le había terminado la pila, así que debía ir a buscar una nueva, y aprovechamos, mi novio se metió, quitándose la playera, era un rapidín lo que podíamos hacer. La tina estaba vacía así que él saltó sobre de mí y empezó a metérmela, me tapó la boca para que mis gemidos no llamaran la atención, pero en eso la puerta se abrió, era el fotógrafo y mi novio seguía con su herramienta dentro de mí, lo único que pudo hacer fue agacharse.

Pero funcionó, pues mi artista siguió buscándome en las demás habitaciones, lo que aumentó la adrenalina que corría por nuestro cuerpo y nos hizo terminar más rápido. 

Mientras mi hombre se subía los pantalones, entró el fotógrafo y le vio la espalda desnuda; yo no sé si me dio pena porque se evidenció lo que habíamos hecho o porque él me había buscado en ese cuarto y yo no había respondido. 

Entonces soltó la carcajada y nos dijo aprovechando que tu novio no tiene playera, vamos a hacer una toma uniendo sus tatuajes y así empezamos a posar un rato, pero como las cosas iban subiendo de tono, de pronto, yo ya  estaba con unos tacones altos, sentada a la orilla de la silla, mis piernas rodeaban el cuello de mi novio y su cara estaba sumergida en mi entrepierna.

Y aunque era para la fotografía,   su miembro se estaba endureciendo, pero sólo sonreía de manera pícara, es muy curioso que en algunas fotos es muy notoria mi mirada hacia sus pantalones. En cuanto terminamos la sesión, el maestro de la cámara nos dijo:

“Pues me voy, ya los dejo, deben tener ganas de estrenar la casa”.

 Fue inevitable reírme y sólo dijimos que sí y bueno, ya que teníamos la casa sola, pues pudimos hacerlo de nuevo, pero ahora en una habitación nueva.

Espero algún día poder subir una de esas fotografías, y amigo fotógrafo, discúlpame por esconderme de ti en la bañera, pero lo estaba disfrutando mucho e iba a ser más vergonzoso levantarme escurriendo todo ese amor que tenía entre las piernas. 

¡Les mando mucho amor 

y les deseo una excelente 

semana!

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