Perder la máscara en la lucha libre es la afrenta más fuerte que puede recibir un gladiador profesional, aunque, a veces, dejar la cabellera en el enlonado también pesa en un carrera.
Hay momentos vitales en el camino de un esteta profesional, que no soportan castigos de ese tipo, dejando muy lastimado el presente y el futuro del perdedor.