Es cazador de alumnos

Al día 25/05/2016 05:00 Tanya Guerrero Actualizada 05:05
 

En una banca del centro de Coyoacán está sentado un hombre que dice no tener edad porque su mente ha traspasado los límites del tiempo.

Lleva entre las manos un bastón que apoya en el piso junto al cartel que desde hace 18 meses lo presenta ante los curiosos que se acercan a verlo rodeado de figuras: “Las Geometrías son el lenguaje del Universo”.

Pief se habla de tú con los números, pero incluso más allá de entender que las matemáticas explican el mundo, la misión que abandera este hombre es la de ser un “despertador de conciencia colectiva”. Un maestro de la Geometría Genial, la disciplina que, según él, desnuda la verdad. 

“Enseña la verdad a través de la forma y yo soy verdadólogo”.

Pief vive en un mundo en donde el número es ley. Inquieto y creativo, desde niño perseguía teorías mientras jugaba con los cuadrados mágicos. Su familia lo creía loco, pero eso jamás mancilló su espíritu y su sed de conocimiento.

Al contrario, llevó ese vagabundo afán de descifrar el mundo al exilio en la sierra alta otomí durante 30 años. Afirma haber regresado como padre de cuatro teorías geométricas de vanguardia que dice, en su momento dará a conocer por internet.

“Descubrí que los teoremas son trombos ideológicos que obstaculizan el fluir del pensamiento y limitan la mente”. Es decir, para Pief las teorías que utilizan para enseñar las matemáticas en las escuelas, aniquilan la conciencia y generan mediocridad porque se dan como verdades universales y evitan que las nuevas generaciones busquen horizontes de conocimiento.

“La luz de mi pensamiento está eclipsando la luz de mis ojos”, afirma el hombre, cuya barba tupida y blanca resalta entre los lentes tapizados con cinta adhesiva y cuyo ojo izquierdo está enmarcado en un tubo que le permite ver mejor.

Está perdiendo la vista, pero para él, eso es un privilegio cuando al voltear la mirada hacia la mente se abren los ojos de su corazón.

Al verlo rodeado de figuras geométricas de colores, los niños y adultos se acercan a preguntarle qué enseña y Pief con paciencia y amable sonrisa, les explica su verdad en esta banca que ha hecho su aula universal.

“Soy talachero de la razón y también cazador de alumnos”.

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