Sonidos que abren el apetito

Vida 30/06/2016 05:00 Silvia Ojanguren Actualizada 05:00
 

Al bloquear el sonido que se produce al comer y en su lugar escuchar música o ver televisión podría significar  un  consumo de más alimentos de lo que se desea. La gente come más si no puede escucharse masticar, concluyen tres experimentos separados de investigadores de Brigham Young University y Colorado State University, que observaron “la importancia del sonido de los alimentos”.

El saludable ruido. Los resultados publicados en el Food Quality and Preference indican que el sonido de cocinar –como freír tocino o hacer palomitas— puede provocar que se nos haga agua la boca, pero los investigadores hallaron que los sonidos como masticar, mordisquear y crujir son más propensos a hacer que dejemos de comer. 

Los estudios más recientes se enfocan en los factores que llevan a la gente a elegir tipos y cantidades particulares de alimentos, mientras que estudios anteriores han tomado en cuenta sabor, textura, tamaño de la porción y selección de alimentos entre las claves sensoriales que afectan la saciedad o sentirnos satisfechos.

Lo salado, dulce, chicloso, espesor y cremoso pueden formar expectativas de saciedad con base en el sabor y la textura que tienen. 

Un objetivo de investigación en alimentos ha sido mantener el sabor y la textura al tiempo que se limitan los niveles de energía ofrecidos, lo que ha resultado en las reconocidas variedades bajas en grasa y   azúcar de una gran cantidad de alimentos. 

Estrategia alimentaria. Las propiedades auditivas han sido llamadas el “sentido del sabor olvidado”. Olvidado, pero importante. Después de todo, ¿qué sería de una zanahoria si no fuera crujiente o de un refresco si no fuera burbujeante? 

Un experimento mostró que incluso invitar a la gente a pensar en los sonidos cuando comen, por ejemplo, a través de publicidad, puede disminuir el consumo. 

Los participantes consumieron botanas, mientras usaban audífonos que reproducían ruido a volúmenes diferentes. 

Los resultados mostraron que el ruido más fuerte bloqueaba el sonido de masticar, lo que hacía que los participantes comieran más. Las personas en el grupo de los sonidos más fuertes comieron cuatro pretzels, mientras que el grupo “silencioso” comió 2.75 pretzels. 

Sonidos en la dieta.  En otras palabras, entre más consciente esté una persona del sonido que hacen sus alimentos mientras come, es menos probable que coma. Los autores llaman a esto el “efecto crujiente”. 

La coautora del estudio, Gina Mohr, profesora auxiliar de mercadotecnia en CSU, dice que el sonido de los alimentos es “una clave sensorial importante en la experiencia de comer”, pero que los consumidores e investigadores con mucha frecuencia ignoran este efecto. 

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