Las secuelas que deja la enfermedad incluyen sordera, retraso psicomotor o trastornos del aprendizaje en 10 a 20% de los sobrevivientes, así como daño a otros órganos e, incluso, amputaciones de extremidades. En su forma más grave, la enfermedad meningocócica puede llevar a septicemia (infección generalizada), choque séptico y coagulación intravascular diseminada, que se caracteriza por lesiones cutáneas hemorrágicas y el colapso circulatorio rápido que llevan a la propia muerte. Compra El Gráfico y descubre más sobre este tema en tu edición impresa de hoy.