Males ignorados

25/09/2014 03:00 Silvia Ojanguren Actualizada 02:12
 
Al escuchar hablar de bulimia y anorexia es como hacerlo de una maldición, ya que se trata de problemas que afectan a millones de personas, sobre todo jóvenes que, muchas veces, no saben cómo salir del laberinto en el que los atrapan padecimientos de esta naturaleza, entre los que figura la ortorexia.
 
Las enfermedades de este tipo son varias, van de bulimia a anorexia, así como algunas socialmente aceptables como las prácticas vinculadas a la ortorexia, explica Eva María Quezada, directora médico de Comenzar de Nuevo.
 
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No hay cuentas claras sobre el problema, se habla de anorexia y bulimia, pero poco se mencionan los trastornos no específicos de la alimentación o conductas alimentarias de riesgo que involucran la mayor parte de los casos, menciona.
En la lista se debe incluir la ortorexia nerviosa, que tiene que ver con obsesionarse por mejorar el estado de salud con alimentación. 
 
“Quienes padecen este trastorno dedican cada vez más tiempo a resolver cómo cumplir su régimen dietético autoimpuesto y se ven obligados a planear sus comidas con varios días de antelación, siendo incapaces de comer alimentos disponibles por miedo a grasas, sustancias químicas o ingrediente a los cuales le tengan fobia”.
 
La doctora Quezada dice que otro trastorno es el restrictivo/evitativo de la ingesta que lleva a los pacientes a sufrir alteraciones en la alimentación, lo que les ocasiona pérdida significativa del peso, deficiencias nutricionales, dependencia a suplementos nutricionales o alimentación enteral (administración de los diferentes elementos nutritivos a través de una sonda), con una marcada interferencia en el funcionamiento psicosocial. 
 
Estos pacientes no se involucran en forma intencionada en conductas para perder el peso y carecen de preocupación por su figura y su peso, a diferencia de la anorexia y la bulimia; sin embargo, muestran una gran falta de interés en comer.
 
Malas cuentas 
 
La especialista menciona que quienes padecen el trastorno de rumiación no pueden existir sin la regurgitación recurrente de comida sin esfuerzo, consistente en la vuelta a masticar, tragar nuevamente o escupirlo. 
 
Esto no se debe a  una condición médica, como el reflujo gastroesofágico,  y ocurre sin la presencia de náusea o arqueo. Se desconoce la prevalencia general, pero se cree que es más frecuente en niños y personas con discapacidad.
Es muy difícil identificar una persona con un trastorno de la conducta alimentaria cuando apenas se está desarrollando.
 
“Aun para el médico de primer contacto este diagnóstico puede ser un gran reto sin la debida experiencia, ya que los pacientes con este tipo de trastornos consultan con ellos frecuentemente en los cinco años previos a ser diagnosticados”, señala  Eva María Quezada.
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