El miedo, angustia, ansiedad y tristeza son trastornos adaptativos que la gente suele desarrollar cuando vive una experiencia traumática como los sismos de septiembre y que dañaron la Ciudad de México y regiones de Oaxaca, Chiapas, Morelos y otros estados.
La doctora Jacqueline Cortés del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM explica que que “estos sentimientos, a los que indentificamos como trastorno por estrés agudo, son normales, ya que es una respuesta natural del ser humano ante situaciones de tensión o peligro.”
Calma y buenas vibras. Las personas que sufren el trastorno lo pueden padecer durante un mes, pero si persiste, ya se trata de “un trastorno por estrés postraumático, en el que las personas estarían presentando un cuadro de depresión o angustia, lo que ameritaría la atención de un especialista para evitar que se convierta en un mal crónico”.
Quienes padecían con anterioridad depresión o ansiedad corren el riesgo, alerta, que estos padecimientos se agudicen y requieren de atención psicológica para recibir un tratamiento integral.
Las personas que sufren estrés postraumático, suelen manifestar repeticiones mentales frecuentes del acontecimiento y físicamente pueden manifestar aumento de ansiedad, taquicardia, llanto, aumento de frecuencia respiratoria y sudoración de las manos, entre otros síntomas.
Atención, mucha atención médica. “Es común que las personas con este tipo de trastorno sientan que su vida empobreció, están enojados, tristes, se sienten incomprendidos, llevándolos a bloquear sus sentimientos, a no socializar”, puntualiza la doctora Cortés.
Para estos síntomas, recomienda consultar a un especialista o acudir a las instituciones que ofrecen apoyo gratuito, como el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, así como hacer ejercicio, aprender técnicas de respiración profunda, lo que ayuda a relajarse. Dormir bien y a la misma hora siempre es importante, dice la doctora Cortés.
