Es la genética clave en la obesidad

Vida 13/04/2018 05:18 Silvia Ojanguren Actualizada 05:25
 

A la obesidad se asocian graves padecimientos físicos, y de ser una falsa señal de buena salud (a mediados del siglo pasado) se ha convertido en tema de importancia para científicos e investigadores de muchos campos.

El sobrepeso y obesidad que constituyen una epidemial global suelen ser disparados por mala alimentación y sedentarismo, pero existen otros factores de riesgo.

Gordura bajo la lupa. Investigadores de la Universidad de California y del Colegio Médico Weill Cornell indican que se dan ciertas alteraciones genéticas que pueden afectar negativamente el control del apetito y, por lo tanto, provocar sobrepeso.

Esto, precisan, se da en el circuito del hambre, que componen una red de neuronas ubicadas en el hipotálamo:

“Cuando la persona ha comido suficiente, las células grasas secretan una hormona llamada leptina, la cual activa a esta red neuronal que, a su vez, provoca la sensación de saciedad en el organismo”.

Ahora, los científicos descubrieron que las sustancias encargadas de recibir la señal de la leptina en el hipotálamo eran específicamente dos: MC4R y ADCY3.

Ambas trabajan para captar cualquier incremento de leptina en el cuerpo y envían esta señal a las neuronas del hipotálamo, que detectan que los niveles de grasa van en aumento y automáticamente reducen el apetito.

“Cuando el circuito del hambre funciona correctamente, es más fácil mantener un peso estable mediante este ajuste del apetito y el adecuado gasto de energía de acuerdo a los niveles de leptina”.

Pero, agregan, “cuando existe alguna afectación genética, sea en el gen que codifica la leptina, o en aquéllos que regulan la MC4R o la ADCY3, el organismo no es capaz de aplicar el “freno de emergencia” para controlar el apetito”.

Entonces el cuerpo no detecta el incremento en sus niveles de grasa, de manera que la persona sigue comiendo como si estuviera “muerta de hambre”.

Genes y peso de más. El equipo de investigadores descubrió que ciertas mutaciones genéticas en el circuito del hambre eran las culpables de entre 3% y 5% de los casos de obesidad severa.

 

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