Tomar agua salva

05/05/2015 03:00 Silvia Ojanguren Actualizada 21:58
 

Los días de calor pueden ser de riesgo para los niños, que son especialmente vulnerables al desequilibrio de líquidos y electrolitos en comparación con los adultos, debido a cosas como que no han desarrollado el reflejo de beber agua cuando tienen sed. 

Esto es relevante pues la sed es una señal tardía del comienzo de la deshidratación y cuando se detecta  ya se está deshidratado en 1%.

Puntos de atención. Algunas diferencias de los pequeños con los adultos que nos obligan a poner más atención en los correctos niveles de agua que manejan son:

Sus riñones todavía pequeños no son completamente maduros, como consecuencia, su orina está más diluida.

Sudoración, la superficie del cuerpo de los niños es relativamente mayor a la de un adulto en proporción a su peso corporal, por lo que pierden más agua a través de la piel.

Composición física, 70% del organismo de los niños es agua, a diferencia de un adulto que en promedio es de 65%.

Peligro inminente. La deshidratación ocurre cuando el agua que se toma no es tanta como la que se pierde, es decir, cuando la cantidad de agua 

que elimina nuestro cuerpo, a través del sudor, respiración, orina, heces, es mayor que la que gana. 

¿Cómo podemos identificar la deshidratación en los pequeños?

Una forma fácil de detectarla es revisar regularmente el color de su orina, si es oscura y concentrada quiere decir que están deshidratados, mientras más clara sea significa que están consumiendo agua correctamente.

Las necesidades diarias de agua para cada niño son individuales, ya que depende de diferentes factores como edad, peso, sexo, estado fisiológico, clima, actividad física. Pero las recomendaciones oficiales van desde los 700 ml a los 2 litros cada día.

Aguas con la deshidratación.  Angelita Marín Salcedo, nutrióloga de Nestlé Pureza Vital, recomienda que los niños tomen 8 vasos de agua de 150 ml al día.

Los menores aprenden a través del ejemplo, si ven a los papás consumir agua y reciben una explicación sobre la importancia de beberla, forjarán nuevos hábitos.

Hay que crear diferentes momentos al día que sean fáciles de recordar para beber agua. Por ejemplo, en el desayuno, a la hora del recreo, en la comida, cuando el niño hace ejercicio, después de la escuela, al hacer la tarea, viendo la televisión o leyendo, en la cena, etcétera.

 

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