Las víctimas de lo que popularmente se conoce como mal de “golondrinos” es una enfermedad inmunológica, inflamatoria, crónica y recurrente de la piel y la ciencia define como Hidradenitis Supurativa.
Las dermatólogas Linda García y Lorena Estrada indican que suele aparecer después de la pubertad y con lesiones dolorosas, como nódulos inflamados o abscesos en las regiones con alta densidad de glándulas (parecidas a las del sudor).
Se puede localizar en axila, ingle, periné, región ano-perineal y cuero cabelludo, y en los últimos años ha adquirido una elevada importancia, por la subestimación de su prevalencia, y por tratarse de un proceso que produce una importante alteración en las relaciones interpersonales, de autoestima y de percepción de la imagen personal.
Las secuelas de este padecimiento son depresión, vergüenza, fatiga, fiebre, y una gran pérdida en la calidad de vida.
Así comienza el mal. No se sabe a ciencia cierta qué la produce, pero se cree que está relacionado con factores hormonales y genéticos, aunque un estilo de vida poco sano, como tener sobrepeso y el tabaquismo también influyen en su aparición.
Los primeros síntomas de la enfermedad aparecen entre los 15 y 20 años, apuntan las especialistas y señalan que las mujeres tienen más probabilidades de padecerla que los hombres.
Las señales tienen efecto devastador en la calidad de vida de los pacientes, psicológicamente (vergüenza o estigma) y físicamente (restricción de movimientos, actividades de esparcimiento y de ocio). El padecimiento afecta la economía, ya que se estima que afecta del 1% al 4% de la población adulta mundial y su tratamiento es costoso.
Acción de emergencia. Un diagnóstico oportuno es fundamental, ya que cuando no se detecta a tiempo el paciente puede vivir atormentado más de ocho años por la
Hidradenitis Supurativa. Es la enfermedad de la piel que más impacta en la vida de los pacientes, porque luego de un brote, las heridas se inflaman y el dolor se vuelve insoportable con cualquier movimiento del paciente.
