Trampas automatizadas

26/03/2014 03:30 Mario Mejía Actualizada 22:31
 
Hay hojas que caen en la banqueta que sólo crujen al paso del viandante,  pero también hay otras hojas de dudosa naturaleza que se manifiestan a nivel de banqueta y que cuando abren, obstruyen el paso del peatón por tiempo indefinido.
 
Ya es costumbre  para el que camina rodear estas instalaciones eléctricas o manuales cuando se abren de par en par para escupir de sus entrañas al rey coche. 
 
 Ya está comprobado que el sentido común es el menos común en nuestras calles, pero ¿por qué no legislar en contra de las puertas de garage que abren hacia afuera?
 
Sería extraordinario que las constructoras de edificios de departamentos y casas habitación estuvieran obligadas a diseñar puertas de garage corredizas o que abrieran hacia adentro, ya que la mayoría abren hacia afuera, impidiendo así el tránsito de cualquier índole sobre la banqueta.
 
Y para muestra un botón, en el número 30 de la calle  Sadi Carnot, en la colonia San Rafael,  hay un edifico de departamentos con una puerta eléctrica que, al ser activada, tarda mucho tiempo  en abrir y cerrar.
 
Esto obliga a los peatones que transitan por esa zona a bajar de la banqueta para librar el obstáculo que aparece de manera repentina unos metros antes de llegar al cruce con la calle  Edison.
 
Además, el vigilante del edificio, quien debería velar por la integridad física de los que caminan por  la zona, no se tienta el corazón y deja ir  la puerta, a pesar de que tiene un ángulo privilegiado para observar a los que pasan sobre la calle.
 
Y si eso es arriba de la banqueta, en los últimos días  la calle se ha visto más complicada, porque como dicen algunas maestras, “los papitos” de los estudiantes del Colegio Williams, que se ubica en la misma calle, han improvisado un estacionamiento en doble fila sobre el arroyo vehicular que va desde la calle  Rosas Moreno  hasta Edison.
 
Así que no está de más  extremar   precaución al  caminar por este rumbo, porque  uno tiene que parar en seco cuando la puerta del edificio se adueña de la calle, pues  ni Dios padre para el viaje de la hoja automatizada. Y al cruzar la calle o bajar al asfalto  para esquivarla, los automovilistas tienen una fiesta en el asfalto. 
 
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